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EL RINCÓN DE MIS PENSAMIENTOS

AUTOBIOGRAFÍA

Me parece un poco pronto para escribir mi autobiografía, pues siempre había pensado que eso se hacia cuando una era mas mayor, tenia un bastón para poder andar y una cara llena de pequeñas arrugas que invaden el rostro, pero aquí estoy, volviendo a mis inicios, intentando encontrar todos los recuerdos que tengo acerca de mi escolaridad, pero ¿Cómo resumir casi toda mi vida en apenas unos folios? Me resulta complicado, aunque por otra parte no sé si sabré llevar todos mis pensamientos al folio de una forma clara. No hablare nada acerca de cómo nací, de los días en los que mis padres me esperaban, de cuando comencé a andar, ni el momento en el que mi madre me llevo delante de la virgen para que comenzara a hablar (siempre he sido de pocas palabras),  porque simplemente, no me acuerdo de nada de eso y parece que solo lo recuerdo por fotos (en las que aparece una niña parecida a mi pero mas pequeña) y unas cuantas historias que salen a la luz cuando de vez en cuando nos reunimos para hacer una comida familiar.

 

Mi ingreso en la escolaridad comenzó con cuatro años en primero de preescolar. Antes de eso me había educado con mi abuela la mayor parte del tiempo, pues mis padres trabajaban y mi hermano ya había comenzado el colegio. Así pues, yo me pasaba el día en una pequeña panadería que tenia mi abuela. Supongo que por esto y por ir con mi hermano, comencé a ir al colegio con mucho entusiasmo, porque la panadería estaba bien (sobre todo para elegir los desayunos) pero evidentemente no tenía a nadie para jugar.

 

De mi clase de primero de preescolar no me acuerdo muy bien, pero creo que podía contar alguna historia. La organización de la clase estaba formada por una pizarra al fondo y una mas pequeña de color blanco y con cuadricula en la parte derecha. Estábamos colocados en mesas de más o menos seis niños en dos filas. Mi profesora se llamaba Ester, no puedo decir mucho de ella, pues mi memoria no me lo permite, solo que tenia una voz especial, creo que seria capaz de reconocerla aun, a pesar de que hayan pasado varios años. Como anécdota creo recordar que después de comer nos mandaban cruzar los brazos y agachar la cabeza mientras nos repartían los folios, y en una de esas veces me quede dormida ( no se le puede decir eso a una niña que se levanta pronto y que no puede dormir la siesta porque tiene que ir al colegio) no me acuerdo el tiempo que estuve dormida, ni si me llegaron a despertar, pues me parece, desde la distancia que estuve mucho tiempo, aunque la noción de tiempo no es la misma que poseo ahora.

 

Creo recordar también, y teniendo una pizarra con cuadricula que comenzábamos ya con la escritura y haciendo dibujos que me parece que se les denominaba grecas o cadenetas, aunque de eso no estoy muy segura. Además emprendíamos también  la tarea de leer, ayudados por la cartilla de Micho, color rojo, porque la verde era para segundo de preescolar, aunque no me acuerdo muy bien cual era la diferencia entre ambas.

 

En segundo de preescolar, pase a otra clase, seguíamos colocados en grupos de seis mas o menos, y esta vez vinieron nuevos compañeros. Como profesora, estaba Amparo, es a la que recuerdo con mas cariño y todavía hoy cuando la veo me entran muchas ganas de decirla: “Profe , te quiero mucho” (como si los años no hubieran pasado) ha sido con diferencia, con la profesora que mas a gusto me he sentido, el porque no se, tal vez porque tenia una camisa de rayas blancas y rosas igual que la mía y el día que coincidíamos me sentía súper importante porque iba como ella, o tal vez porque sin ella no hubiera pronunciado la “rr”, ya que al no saber decirla le propuso a mi madre que me llevara al logopeda. Además es con esas personas que sabes que te quieren, así pues, no me acuerdo que aprendía, ni como lo hacia, no la forma de evaluarme, pues todo se centraba en mi profesora.

 

He querido extenderme más en esta etapa de preescolar porque es cuando parece que todo se vive mas intensamente, cuando el profesor, en este caso, profesoras no son alguien que te impongan si no que de verdad te ayudan a aprender, están contigo llevándote de la mano y ayudándote para que puedas aprender.

 

                No digo que los profesores sean peores, pero parece que se establece una distancia en la que los sentimientos se van abandonando y todo es mucho mas duro, ya no se puede parar  tanto a contar nuestras vidas porque nos debemos ceñir a lo que se debe aprender. 

 

A partir de aquí, en la etapa de primaria, los profesores eran como mas distantes, ya no había tanto cariño de por medio, me acuerdo además que lo normal era tener una profesora para un ciclo entero, pero por causas que desconozco estuvimos cada año con una profesora diferente. No puedo decir exactamente como aprendíamos, pero me acuerdo que en la pared, hecho con una cartulina blanca, había un registro donde se iban colocando pegatinas de colores según como habías hecho la tarea o como había sido tu comportamiento.

 

La relación con los compañeros dependía mucho del lugar donde estuviéramos sentados, y parecía que tu compañero/a de pupitre iba a ser el mejor amigo durante toda la vida, aunque cambiaba inmediatamente cuando cambiaban de sitios ¿La relación fuera de clase? Si he de ser sincera no me acuerdo de mucho, solo de mi vecina que iba a mi misma clase y de algunos amigos jugando en la plaza del pueblo.

 

Puedo decir que como miedos el que mas destaco es el de no saberme las tablas de multiplicar. Creo que fue la primera vez que me castigaron por no saber algo, además lo tengo gravado, si fuera a un psicólogo seguro que me diría que tengo un trauma infantil. Porque no hay peor castigo que mandarte a la clase de al lado, para que todos comprobaran que no te sabias la tabla del nueve. Que crueles podemos llegar a ser los profesores. Así que, después de esto y pensando en un futuro nunca aplicaré este método.

 

De libros recuerdo uno que se llamaba “lobato”, en el venían historias de un pequeño lobo perdido en la nieve, con un niño y una niña haciéndole compañía, y unas fichas que hablaban de sus aventuras. Me parece que me gustaba bastante ese libro porque contaba con pegatinas, pequeñas maquetas y algún que otro juego.

 

¡Ah! Y tengo que destacar al profesor de ingles que por cada acierto nos daba una gominota, y sí, por aquella época, n osito de coma era el mejor premio que se podía ofrecer, además cuando se terminaba la clase repartía los que le quedaban.

 

Más tarde pasamos a otro ciclo, tercero y cuarto de primaria, aquí la cosa se ponía seria, nos llenaban las dos pizarras con ejercicios de problemas, multiplicaciones y las temidas divisiones. Por lo tanto todos los días teníamos que abrir los cuadernos, apuntar la fecha y comenzar pro ejercicio numero uno. El profesor, Don Antonio, olía mucho a menta, porque era más o menos mayor y siempre estaba con la garganta fastidiada. Nuestra relación con el , podemos decir que dependía del día, y es que después de los partidos del Real Madrid venía siempre a clase con folletos y esas cosas, porque era socio y nos daba uno a cada uno (a los que eran del barsa o del atlético también, a ver si les convencía supongo) otros días entraba muy serio y comenzaba a preguntarnos la lección por ejemplo, y si no te la sabías te tiraba de la oreja hacia arriba, así que supongo que esto era mi peor miedo.

 

De los demás profesores destacaría a Freddy, profesor de música, no se muy bien, pero toda la clase decíamos que estaba loco y era muy raro, la verdad, es que hacíamos muchos juegos, pero al ser distinto a los demás nos llamaba mucho la atención supongo.

 

Así llegamos a quinto y sexto, de esta etapa tengo todo mucho más reciente. Aprendíamos lo que nos ponía en los libros, y fotocopias que nos daban como ampliación, hacíamos bastantes trabajos de forma individual, y llegaba el momento de pasar lista y preguntar la lección de forma oral encima de la tarima, una de ellas era los ríos, odiaba esto, no me gustaba el que me preguntaran, el que me pusieran negativos si me quedaba en blanco delante de toda la clase.

 

Me acuerdo que había un compañero que al ponerse nervioso tartamudeaba y aun así, no estaba exento de que le preguntaran. Pero bueno le entendíamos muy bien, porque el tartamudeaba, otros nos quedábamos en blanco…parecía que por una cosa u otra estábamos unidos porque sabíamos lo que pasaba. Con las amistades, la clase se dividió bastante, porque repitieron muchos, otros llegaban y parecía que el grupo que habíamos comenzado se iba rompiendo. Aunque nunca hemos tenido problemas de unos con otros era como si fuéramos grupitos pero conviviendo normalmente.

 

¿Expectativas? No se cuales tenia, aunque toda mi vida académica ha estado muy marcada por mi hermano, porque era el que sacaba todo sobresaliente y en cierta forma mi deseo era hacer los mismo o parecido (aunque pocas veces lo lograba)

 

Todo el periodo de la ESO, lo voy a mezclar, porque mas o menos en todos tuve los mismos profesores y mas o menos la misma metodología. Era una etapa en la que vivimos muchos cambios porque todos o la mayoría de los docentes eran nuevos, muy jóvenes porque acababan de entrar al colegio, y la disposición de las clases también cambiaba, pues eran mesas todas juntas formando grandes filas. A esto hay que sumarle los compañeros que nos comenzaron a unir al otro grupo (al B), la relación con los profesores que era mas cercana (parecía que había respeto pero te daban más pie a hablar y a decir tu opinión) la lección no se preguntaba, aunque hacían controles muy a menudo.

 

De esta etapa destacaría una frase: ¿Cuántos amigos tenéis? Porque yo los puedo contar con los dedos de una mano y me sobran. Problemas o luchas: todo el alumnado contra el uniforme y contra la jornada partida. El nivel: en este colegio se da el nivel más alto de todo Torreón, porque es el único que tiene cinco plantas. Una práctica: disección de una trucha. Amigas: ruptura del grupo de amigas, ya nada volvería a ser como antes. Un ejercicio de gimnasia: subir y bajar las escaleras en silencio. Un profesor: Don Justo y su ruido de llaves. Un examen: el de historia de Isabel II, creo que puedo decir que fue le peor examen de toda mi vida superando cualquiera del instituto, selectividad o la universidad, y a partir de ahí deje de dejarme todo para el último momento. Un libro: Moby Dick. Un viaje: el de fin de curso a Matalascañas y una despedida: mi graduación.

 

Se, que posiblemente me haya alargado mucho con mi época en el colegio, pero es que hablo mucho desde la añoranza, porque me encantaba, me gustaba ir, ¿empollona? Tal vez, no lo sé, el caso es que disfrutaba, pienso que sin el colegio me hubiera perdido tantas cosas… tantos amigos, tantos momentos y tantos recuerdos…creo que es el lugar donde mejor he encajado, y es que he pasado allí doce años y contando que tengo veintiuno, es más de la mitad de mi vida, así que no podía resumirlo en menos palabras, porque es así, y creo que me he dejado muchísimas cosas.

 

La siguiente etapa, el instituto, fue un sitio donde estuve dos años pero que me resulto un poco de paso. Llegué a una clase donde no conocía a nadie, donde ellos llevaban juntos desde preescolar y el hacerse un hueco no era muy fácil, además no había nadie de Torrejón, porque todos eran de Alcalá. El que aprender, se ceñía a lo que debía aprender para aprobar selectividad.

 

Y la relación con los profesores era muy distinta al colegio. Al final de primero de bachillerato me acuerdo que la profesora de lengua me seguía llamando “la nueva” (no lo entendí nunca, mi nombre no era tan difícil, solamente consta de cuatro letras, y una de ellas esta repetida) Aunque hay excepciones y la relación con alguna profesora fue muy buena, sobre todo con aquellos que tuve durante los dos cursos.

 

La relación con los compañeros fue difícil, no se me da bien, el integrarme cuando todo parece estar tan estructurado y donde parece que todo funciona a las mil maravillas. A pesar de esto conseguí allí al mejor amigo que tengo en la actualidad y que espero tener siempre.

 

La verdad es que en esta etapa mis miedos y expectativas, no iban tan encaminadas a los estudios o al aprobar, si no a la integración.

 

De esta forma acabe el instituto, aprobé selectividad, y entre en la carrera de magisterio. Otro cambio, otras amigas, otros profesores, en fin otra vez, volver a empezar (si os dais cuenta nos pasamos la vida terminando y empezando etapas)

 

En la universidad la mayoría de las metodologías eran distintas, todo estaba basado en lecturas, practicas, trabajos en grupo…las asignaturas dejaron de ser las de siempre para dar paso a didáctica, psicología, teorías, etc. Y los profesores ya no estaban encima tuya, vigilando cada paso que dabas. Así pues la relación era buena, mas de igual a igual, pero sin tanto afecto como cuando éramos tan pequeños. Podemos decir que todo era diferente y te podías encontrar a los que se paraban a hablar contigo y a los que no te miraban en los pasillos (aunque esto creo que tampoco es algo tan tato en muchos)

 

Entre los compañeros, existía una relación cordial y mas profunda con aquellas que pasábamos las horas, aunque cada grupo era muy independiente del resto.

 

Las evaluaciones solían ser por exámenes o trabajos. Y las expectativas no iban unidas a si los aprobabas o no, más bien, a si te salían bien, a la forma que podías realizar las cosas, etc. Porque la nota era mas relativa, y el estar en la carrera era como ya un logro donde a partir de ahí, todo debía ser calmado, porque estábamos donde debíamos estar.

 

Los textos que utilizábamos eran los apuntes y los libros de la biblioteca, que estábamos sacando continuamente. Como recuerdos, tengo a varios profesores, pero no por nada especial, sino porque hay con muchos con los que pasábamos muchas horas y llegábamos a verles mas que a nuestras familias.

 

Aunque en general tengo muchos momentos, la mayoría ligados a amigos, ya risas, peleas, reconciliaciones, trabajos, etc. Y es que los trabajos en grupo, opino que hay veces que es mejor hacerlos con gente desconocida.

 

Y ahora, en la actualidad ya estoy aquí, he llegado a psicopedagogía, no diré nada de ella todavía, porque por ahora no es un recuerdo, es un hecho que estoy viviendo y no me siento con la suficiente distancia para poder valorarla de una forma un poco objetiva.

 

Un paseo rápido por mi vida, donde lo que mas quiero destacar en ella es a las personas, tanto profesores como compañeros  o amigos, pues gracias a todos soy un poco de ellos y un poco de mi.

1 comentario

Cecilia -

Lara, antes que nada, gracias por compartir tus reflexiones, anécdotas, pensamientos y sentimientos.
Cuentas una rica experiencia que se puede trabajar desde distintos ángulos, pero como esto lo haremos en clase, aquí sólo te apunto algunos aspectos que creo que son interesantes reflexionar más profundamente, salir del relato anecdótico y personal para profundizarlo desde un punto de vista más profesional, con una mirada de educadora:
- Tu relación con la profesora Amparo: profundiza lo que comentas de identificarte con ella por la misma ropa que llevaban. Reflexiona sobre la importancia de la identificación/relación con la persona que te enseña algo.
- La forma de "premiar" de tu profesor de inglés. Premia tu desempeño individual en clase pero a la vez premia a toda la clase aunque el desempeño haya sido desigual entre los alumnos.
- Los recuerdos físicos que tienes de cada profesor (olores, tacto, apariencia, etc.)
- Relación con el grupo de compañeros en concordancia (o no) con la relación con los docentes.
- Contenidos a aprender y estrategias utilizadas para ellos.
- Autonomía en el aprendizaje.
- Afectividad para aprender: ¿una necesidad?, ¿una estrategia?, ¿algo natural en el proceso de aprendizaje-enseñanza?