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EL RINCÓN DE MIS PENSAMIENTOS

EN BLANCO

Creí haber encontrado el lugar perfecto para resguardarme de la tormenta. Pero me equivoqué al encontrar en el techo pequeñas goteras que me iban reduciendo el espacio a un mínimo cuadradito, donde solo podía estar de pie, con los brazos muy pegados al cuerpo. Ese era mi espacio disponible, allí tenía que distribuir mis pensamientos y mis emociones, que interactuaban de una forma reciproca sin importarles nada de lo que había a su alrededor.

 La ventana estaba cerrada al igual que la puerta, pero eso no me impedía ver, pues a parte de que mis ojos se iban acostumbrando a la oscuridad, las maderas no estaban todo lo bien encajadas que deberían, dejando entre ellas pequeñas rendijas por las que la luz de la luna pasaba sin cortarse.

Me concentré en mi cuerpo, en mi postura, en la posición de mis brazos, e intenté dejar la mente en blanco (creo que no se consigue muchas veces, exceptuando el momento en que se llega al orgasmo, ya que mente y cuerpo siguen caminos diferentes) esa vez tampoco lo conseguí  pues me aterrorizaba la idea de pasar allí la noche completamente sola, sola conmigo misma y mis pensamientos, ya que en aquellos instantes hubiera preferido cualquier cosa menos pensar en mí.

4 comentarios

Microalgo -

Hola, Azagato!

Qué gustito verlo por acá.

Azagato -

Me alegro por todos.

Lara -

Muchas gracias por su apoyo desde Cadiz, aunque la verdad es que estoy bien, tan solo que hay días que imagino situaciones, no es que las este viviendo es que recurro a ellas a causa de algo que leo, o de alguna imagen que veo. Pero creo que todavia no he tenido tiempo para sentirme así. Un besito.

Microalgo -

No se nos quede sola, Lara. Los humanos somos sociables (como las algas en las mareas rojas), y hablar con alguien cuando uno se siente arrinconado por las goteras (qué imagen más triste) seca un poco el terreno que pisamos y le da un punto de civilización.

Un abrazo desde aquí. No vale de mucho, pero no tengo otra cosa que mandarle.