BITACORA DE UN ADOLESCENTE
Algunas veces parece que todo es genial, nada es tan importante como el grupo, nada es tan importante como ellos, somos lo que somos gracias a su presencia, porque nos sentimos protegidos, porque son los únicos que nos entienden, son los que viven cada momento a nuestro lado, con los que podemos contar siempre, cualquier cosa que nos ocurra estarán ellos, pero tanto ahora como para toda la vida, porque nos une la amistad y con esto ya esta todo, tenemos un contrato firmado, como un antiguo pacto hecho con sangre. Además parece que la frase de los famosos mosqueteros – “¡uno para todos, y todos para uno!” se convierte en nuestro lema.
Da igual no ver caminos al frente, no encontrar la salida, porque ella sola se va construyendo paso a paso, cada vez que vamos al cine, a la bolera, cada vez que me llamas para decirme que no entiendes los apuntes, cada vez que nos inventamos una excusa para decirle a nuestras madres el porque hemos llegado tarde.
Los chicos, las chicas, el sexo opuesto o el nuestro mismo, son una aventura, fase de exploración, de experimentación… cada cosa que hacemos se convierte en una pequeña bola que introducimos en una catapulta que pronto nos lanza a lo que seremos. De esta forma y a pequeños pasos, vamos superando y pasando algunas con más penas que glorias este camino tan arduo y complicado como es la adolescencia y de la que al fin y al cabo sale la construcción de nosotros mismos, ya que somos lo que hacemos, pero también lo que pensamos y lo que sentimos.
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