EL DESEO DE INNOVAR
Aquel día, todo seguía como siempre. La maceta tenía las mismas flores amarillas, el sol estaba en lo alto del cielo, los niños paseaban llevando los helados que vendían en la esquina de la calle norte a un módico precio, ¡Dos por uno! Decía la oferta que estaba siempre en la puerta.
Las casas siempre se conservaban como el primer día, la misma pintura, las mismas cortinas en las ventanas, todo era como el día anterior. Todo era igual, pero parecía que nadie se daba cuenta, que cada una de las personas que vivían en aquel pueblo eran felices, excepto Diferencia, hija de Desigualdad y Cambio, a la que le parecía todo demasiado aburrido.
No había nada que se saliera de la norma, tal vez, solo ella. Por ello, un día, haciendo un gran acto de valentía, se calzó sus botas, se hizo un bocadillo y cogió su mochila, así, de esta forma, decidió viajar por todo el mundo, ver todo tipo de lugares, conocer gente que no estuviera siempre con una sonrisa en la boca, quería sentir que significaba llorar, el frío, la tristeza…quería comprobar que existía, que no era una más entre todos.
Después de muchos pueblos recorridos, llegó a uno que estaba muy cerca del suyo, se llamaba “Villa Progreso”, de entrada el nombre le fascino… ¡progreso! ¿Qué querría decir? Sonaba bien y era una palabra que le atraía, así que sin pensárselo dos veces cruzo las puertas, y se quedo maravillada ante todo lo que tenía frente a sus ojos. No podía comprender como siendo un pueblo tan cercano al suyo nunca le había llegado noticias de su existencia.
Todo era diferente, había casas, edificios, rascacielos, parques de arena con columpios, gente en la calle que llevaban bufandas, cada árbol tenía una altura diferente y unas flores de colores diversas e irrepetibles.
Allí estaba, Diferencia había escapado de la igualdad y del estancamiento que abundaban en su pueblo natal.
Mientras iba caminando por la calle mayor, vio un cartel enorme que ponía “Escuela”. De repente le entró curiosidad, ¿Cómo sería por dentro? ¿Qué estarían haciendo? Así que, se acercó y se asomo tímidamente por la ventana para echar un ojo y poder dar respuesta a todas sus preguntas.
Se quedo asombrada, no estaba segura si de verdad estaba viendo aquello o era solo una alucinación producida por el cansancio… ¡estaban hablando todos juntos! Pero…¿y los pupitres? ¿Y la pizarra? Y lo más importante ¿y el profesor?
Diferencia estaba desconcertada, veía como todos los alumnos estaban aprendiendo pero sin necesitar las herramientas básicas que se solían utilizar en su aula. Era genial, no había más palabras para poderlo clasificar. Así que pensó y pensó como podría hacer para que su pequeño pueblo llamado Villa Antigua, se modernizara, se adaptara a todos los cambios que se producían en ese maravilloso mundo, aunque antes decidió pasarse por una cafetería que había visto cerca de allí para poder tomar algo, ya que no estaba a favor de pensar con el estomago vacío.
Mientras se tomaba una deliciosa tostada con mermelada de fresa se le ocurrió que tal vez, las personas de su pueblo no conocían nada de fuera, estaban tan ensimismados con sus vidas tan aburrida que no comprendían que había formas mejores y más adecuadas para realizar las cosas, y sobre todo y lo más importante para ella, que existían caminos mas motivadores y divertidos.
Al tiempo que cogía la tostada para darle un mordisco, levantó la mirada viendo un cartel de colores llamativos, que ponía: “I Encuentro de jornadas de innovación” entonces… ¡Ya estaba! Tenía la solución, haría que ese encuentro se celebrará en su pueblo, porque la excusa que ponían las personas para no cambiar, era que no sabían como hacerlo, que nadie les había explicado que métodos podían seguir para poder innovar en su vida, en el trabajo, en su irremediable rutina.
De esta forma abrirían sus mentes, viendo todo lo que existe en el mundo, valorando cada posibilidad que se brinda y comprendiendo que las cosas no pueden ser estáticas permanentemente, porque siempre hay personas como “Diferencia” que no son iguales, que no sienten lo mismo que las demás y que necesitan otro tipo de aprendizaje que las motive y que las diga que todo es para algo, que tiene un fin, una intención , y lo más importante, que los métodos tradicionales, son eso, tradición, pero no quiere decir que tengan que ser para siempre.
Desde aquel día, Diferencia, deseó que nunca se dejarán de realizar esas jornadas, ya que gracias a ella, su pueblo había cambiado, la gente se iba mentalizando poco a poco, que la educación y la vida no pueden seguir estancadas en el pasado.
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