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EL RINCÓN DE MIS PENSAMIENTOS

HASTA LA MUERTE

HASTA LA MUERTE

Un día recibí una carta que decía lo siguiente…

 

“Querida amiga:

Hace muchísimos años que no nos vemos, pero no pienses que por ello he olvidado los helados que nos tomábamos en aquella terraza cercana a la plaza, ni me he olvidado de  las innumerables veces que nos hemos perdido en conversación cargadas de palabras inventadas. No creas que he sido capaz de romper las cartas que nos escribíamos en clase, estando todo el día juntas, y en las que el tema principal era que chico de clase nos gustaba más. ¿Te acuerdas de nuestros recreos? Subiendo y bajando escaleras porque según nuestros profesores nuestro colegio era el que más nivel tenía en todo el pueblo (dado que tenía muchas plantas) y que cierto era…, lo recuerdo como si fuera ayer, subiendo aquellas escaleras, con las mochilas cargadas de libros y rezando que pusieran algún día un ascensor, por esta razón pienso que aparte de mucho nivel también éramos las niñas  más en forma.

Es bonito pensar en todo aquello, es bonito ver las fotos, que nos recuerdan las innumerables excursiones que hicimos, la mayoría de ellas a una granja escuelas de la comunidad, debe ser que el tema de los animales era muy importante, aunque ahora, como ves, que se extingan nos da un poco igual…y es que, como cambian los valores de cuando eres un niño a cuando vas cumpliendo años.

En estos momentos, tal vez te preguntes a que viene esta carta, después de dieciocho años sin vernos, después de tanto tiempo separadas, y creo que te mereces una explicación. Y es que hace dos meses acudí al hospital. Al principio no parecía nada grave, “una revisión” decían, para descartar ciertas cosas que todo el mundo se callaba y no me explicaban, ya sabes cómo va esto. El resultado una simple frase: “Señora tiene tres meses de vida”. Así es, tan simple… un sujeto, un verbo y una sentencia de muerte, que me ha hecho sacar viejos álbumes, desempolvar esa caja de cartas que nos escribíamos, ir a visitar el colegio donde tan buenos ratos he pasado, visitar la plaza, la tienda de la esquina donde quedábamos, el lugar donde me dieron mi primer beso y que luego te relate por teléfono con todo lujo de detalles… en resumen, echo una mirada atrás para buscar en mi vida, todos los momentos felices que he tenido, y he descubierto que en ellos una figura principal fuiste tu, porque siempre estuviste conmigo, porque cuando eres pequeño tu escala de valores no es la misma, y porque en aquellos momentos tú la compartías conmigo. Teníamos sueños y los alcanzábamos, y hablo en primera persona del plural, porque lo hacíamos juntas. Compartíamos nuestras metas, nuestros anhelos, y por ello, no veía el egoísmo, no nos poníamos la zancadilla,…, todo era tan simple, tan fácil, tan distinto a como es todo esto ahora…

Mi sentencia, en cierta parte me ha liberado, porque vivimos en una sociedad demandante, donde nuestro trabajo no lo hacemos por nosotros lo hacemos por necesidad, no nos auto realizamos, siempre dejamos en un segundo plano aquello que de pequeños teníamos en lo más alto del pedestal, y en cierta forma, estos tres meses, me han hecho liberarme de mis responsabilidades, y hacerme consciente de mis deseos. Y entre ellos, siempre ha estado escribirte, aunque nunca encontraba el momento, decirte que te echaba de menos, que me hacías falta, que quería ir a un zoo a volver a ver animales, y a contarte todos mis besos con todo lujo de detalles.

Viendo la cuenta atrás, solo desearía que te quedases con nuestros recuerdos, que no me olvides, y que cuando tengas tiempo vengas a recogerlos, porque los he guardado en varias cajas para que puedas recordarlos con cariño, te las he puesto en cajas con un lazo rojo en el armario de la entrada. Aunque si es posible ven pronto, porque me gustaría dártelos en mano.

Con cariño, tú amiga.

Helena”

 

Pero ese día llego tarde, problemas con el correo, tal vez hubiera sido más fácil escribir un email, pero ya se sabe, queda menos romántico. Cuando llegué, su casa estaba medio vacía, se estaban llevando los muebles, la ropa, todo estaba desordenado, acumulado en montones, según me dijo su madre más tarde, ella lo había pedido así, no quería que se la llorará, no quería que nadie entrará en su casa pensando que algún día volvería, porque no iba a ser posible. Solo pidió que se respetara una cosa, el armario de la entrada.  

Parecía una gran oficina de correos, con paquetes, encargos,  pos-it que indicaban el destinatario de cada regalo… y entre todas esas cajas, allí estaban, dos con lazo rojo, que ponían: “Para mi gran amiga Beatriz, me hubiera gustado volver a verlas juntas”.

Las cogí, no espere a que su madre me las diera porque sabía que eran para mí, y entonces comencé a llorar. Porque no las necesitaba para acordarme de ella, no quería nada de aquello y a la vez lo necesitaba todo. Me odie por no haber llegado a tiempo, por haber dejado que la cinta que nos unía se hubiera alargado demasiado, y es que sale una sonrisa en mi boca cada vez que recuerdo esa vieja dedicatoria que poníamos en las carpetas “desde tu casa a la mía, hay una cinta celeste que pone: amigas hasta la muerte”. Que ¿Irónico me parece todo aquello? No sé si es la palabra adecuada, pero me parece un gran juego. Hasta la muerte, cuando ha sido ella la que nos ha vuelto a unir de alguna forma, y cuando es la que en muchas ocasiones nos devuelve nuestros recuerdos y a nuestros amigos.

2 comentarios

Cain -

Creo que aun cuando crecemos, nunca terminamos de perder esos "retazos" de nuestra niñez... todo se vuelve mas complicado... se envenena con las decepciones que la vida nos pone delante, pero en ultima instancia, siempre esta ahi.

Creo que solo hay q saber tirar de ese lazo antes de que sea tarde... solo hay que darse cuenta de que hace mucho que no sigues esa cinta hasta la casa a la que lo atastes...

Aunque, eso es lo mas complicado, darse cuenta.

sara -

Me acuerdo de esa frase, era una especie de cancioncilla que escribíamos en las carpetas del colegio... que tiempos aquellos en los que la amistad era una rima que posábamos en la primera carpeta que pillábamos... hoy hay verdades y mentiras en aquellas carpetas... entonces, solo había poesía.