ME DECLARO OFICIALMEN EN CRISIS (I PARTE)
Me declaro en crisis oficialmente. Una sola hora me basto para plantearme todo mi mundo, para llenar una hoja entera de preguntas sin respuesta. ¿Quién soy? ¿Cuál es mi identidad? ¿Sé aquello que le da sentido a mi vida? Es curioso, porque para entrar en crisis, tal vez todas estas preguntas deberían estar contestadas o a medio contestar, para poder crear así, interrogantes, plantearme cambios, facilitar que surjan conflictos internos,… pero en el momento en que todo esto comenzó, me perdí.
Me perdí buscando significado a lo que hacía, razones por las que había tomado un camino y no otro. En un programa de la televisión, “Identity”, definen a las personas por sus logros, por cosas importantes que han hecho, por lo que son: el doblador de Tom Cruise, la mujer que ha cruzado el desierto del Sahara en moto, la campeona de domino… pero yo no tengo nada de esto, entonces me comencé a preguntar ¿destaco en algo? Dado que el tema del que hablábamos en clase estaba relacionado con el deporte, pensé en lo que había hecho en mi vida: gimnasia rítmica, natación, aerobic, bailes de salón….pero en ninguno me vi totalmente reflejada. Uno, no se me daba bien. El otro me gustaba pero lo dejé, salir en invierno de una piscina me daba como resultado un continuo constipado…está claro, me gusta hacer deporte porque siempre he estado en algo, pero no es algo que me identifique realmente, no puedo decir soy deportista, tal vez, la palabra más precisa sea inquita o indecisa, porque esto sería lo que me lleva a cambiar y cambiar, sin estabilizarme en nada. Soy una pieza de un puzle que busca encajar en algo.
Está bien, ya partimos de algo “indecisión”. ¿Me cuesta tomar decisiones? ¿Sé tomarlas? En este tema, creía que estaba segura, puedo dudar entre dos faldas, dos camisetas, dos libros que los venden como los mejores que se han escrito recientemente…, pero en las decisiones importantes, aquellas que afectan directamente a mi vida, y que las atribuyo una relevancia especial, puesto que deciden, en cierta forma mi futuro, me veía capacitada para hacerlo, para llegar siempre a buen término. Me creía una persona, que sabía buscar opciones, valorarlas, ver cuáles de ellas eran las más apropiadas y elegir correctamente. Pero todo lo que ocurrió ayer me hizo destruir mi castillo de cartas. Es verdad, eso era algo que me definía, otro aspecto de mi identidad, y se destruyo en tan sólo una hora. Porque no es verdad, no tomo decisiones, me dan miedo, huyo de ellas.
¿Por qué estudié educación infantil? Porque se daba en Alcalá, porque era de tres años y no veía que se alargara mucho en el tiempo, porque todo el mundo me decía que los niños se me daban muy bien, porque todo mi alrededor decía “¡qué bonito, la verdad es que es una profesión preciosa!”. Y sí, efectivamente es una profesión preciosa, y en los campamentos que he realizado como monitora de tiempo libre, siempre he estado con los más pequeños y se me da bien, pero en realidad ¿es lo que quería? Y la respuesta es NO, yo quería psicología, y ahora la persigo, daba gracias por cada asignatura que estaba más relacionada con ella. Pero estaba en Madrid, aquí cerca efectivamente, pero yo en aquella época lo veía lejano, me daba miedo, ¿ir en tren una hora o más para llegar hasta allí, y otra para volver?, ¿sin conocer a nadie?, ¿no me perdería por allí?, psicología, una palabra grande, una palabra a la que la tengo mucho respeto, ¿sería capaz de llevarla adelante?
Tal vez, el paso que me hizo decantarme por magisterio, era porque durante mi vida escolar, siempre había sido la alumna media, aquella que iba con sus notables por la vida, y comparada continuamente con un hermano que sacaba todo matrícula de honor o sobresalientes. Me acuerdo cuando mi madre iba a hablar con los profesores y éstos le decían: “muy bien, es una de las mejores de la clase, trabaja mucho y se esfuerza…. Y por cierto, ¿qué tal va su hermano?, porque ese sí que era un hacha”.
Así pues, aunque las palabras de los/as maestros/as siempre eran buenas hacía mí, continuamente había algo que estaba mejor, por eso, yo no me comparaba con el resto de los de mi clase, ni pensaba en que mis propios resultados pudieran haber mejorado, porque siempre existía esa comparativa, ese escalón al que había que llegar y nunca lo alcanzaba. A lo largo de mi vida mis padres siempre han intentado que no se notara, es decir, ellos explícitamente no me decían “mira a tu hermano” ni nada por el estilo, pero el mundo alrededor si me lo mostraba, es decir, mis abuelos, los profesores, los amigos de mis padres,…, esto me repercutió en que nunca estuviera conforme con los resultados que obtenía, que siempre me estuviera exigiendo algo más, no veía el aprendizaje como un desarrollo propio, como algo beneficioso.
Era simplemente una carrera, en la que tenía que correr más, prepararme, entrenar para ganarla, pero llego un punto, donde la carrera dejo de tener sentido, tire la toalla sin más. Comprendí que no era mi hermano, que no era con él con el que iba aquella competición, porque él miraba su meta, buscaba su camino, y se dirigía a ella con sus propias armas. Y yo en cambio, iba detrás suya, intentando ser alguien que no era, buscando que a mí me identificaran asimismo, como aquella estudiante notable de sobresalientes y matrículas de honor. Entonces llegó el momento donde los resultados bajaron, yo misma me impuse la idea de que no iba a llegar y por ello no me tenía que frustrar. Y todo este proceso dio como resultado el que no me viera capaz de hacer algo grande, algo como psicología, y que me conformara con un punto intermedio, una diplomatura por ejemplo. Que era un título universitario pero que no me exigía tanto tiempo ni esfuerzo.
Llegados a este punto ¿tenía ya una identidad? ¿Sabía cuál era? ¿Era consciente de aquello que le daba sentido a mi vida? Comencé la carrera, sinceramente, esos tres años me los pase bastante bien, aunque del grupo de seis personas que nos hicimos nunca terminé de encontrar mi sitio, porque lo recuerdo con mucha conflictividad, no éramos un grupo cualquiera, éramos seis personas en continuo cambio, no había papeles asignados, las relaciones no quedaban claras, y todo esto me llevo a adaptarme, a cambiar durante todo el proceso, a no terminar de ser yo misma (si tenemos en cuenta que tampoco tenía claro quién era) estaba pululando en un mar lleno de vaivenes, de aquí a allá. Lo único que me identificaba, eran mis logros académicos, es decir, hacia buenos trabajos, sacaba buenas notas (notables la mayoría y algún sobresaliente, en mi línea) y esto hizo que algunas personas se unieran a mí para hacer trabajos, en los cuales me tocaba a mí realizar la mayor parte. Pero dado el grupo que teníamos, no solía protestar porque decir algo significaba muchas veces crear problemas y los problemas creaban que te dejaran de lado. Así que seguí con mi mentalidad de “si quieres que algo salga bien hazlo tu mismo” y si por casualidad sale mal, podrás defenderlo, y saber en qué tienes que mejorar. De esta forma llegamos a otra cosa que me podría definir, responsabilidad. Me gusta tener responsabilidad, realizar las cosas lo mejor que puedo y ser consecuente con ellas. Y si en lo que he hecho he errado, me gusta saber qué consecuencias tiene y buscar caminos para saber cómo lo puedo solucionar.
Paso el tiempo, y terminé la carrera, y ¿ahora? ¿Trabajo o sigo estudiando? ¿Estoy capacitada para trabajar? ¿Quiero ser profesora de infantil? Y aquí una nueva crisis, así pues, volver a decidir cuál era el camino que mas me convenía, por donde tenía que avanzar…todo negro, no veía apenas nada. Pero recordé que una opción era estudiar otra cosa, y como con 21 años no me veía trabajando todavía en algo para el resto de mi vida, decidí que era un camino muy a tener en cuenta. Y de esta forma, busque algo parecido a la psicología, que dieran cerca, y encontré psicopedagogía, que estaba relacionado con lo que había estudiado, que eran solo dos años, y pensé que era lo que tenía que hacer. Así pues, cogí mi carpeta y me plante aquí, en un mar de dudas.
El primer cuatrimestre, ¿me causo crisis? Más bien, más que crisis me descubrió algo nuevo, algo que rompía mi forma de ver la enseñanza y el aprendizaje. Un cambio total de paradigma. No me tenía que comparar, no tenía que tener yo toda la responsabilidad, es cierto que era responsable, pero siempre en la medida en la que los demás también lo eran. Pero ¿por qué entonces esto no me produjo angustia? Si rompía con mis esquemas ¿por qué no se creó un conflicto interno? Tal vez, ¿por qué no buscaba que me dijeran lo que estaba bien y que estaba mal, no estaba en mi fase dualista? ¿Me gustaba estar perdida? ¿Me encontraba cómoda sacando mis conclusiones, mis ideas, descubriendo yo misma algo nuevo? ¿En qué fase me encontraba? Son muchas preguntas, que ahora mismo, echando la vista atrás tendría que ponerme a recordar varias cosas o puntos. Aunque sí que recuerdo que todavía me costaba soltar esa responsabilidad que a través de los años me había construido. Yo aprendía de los demás, pero no con los demás. Cogía información aquí y allá, pero no terminaba de creer que era su opinión y la mía era distinta y, por lo tanto, el único punto de unión eran cesiones que podíamos hacer el uno u el otro, pero nunca, que pudiéramos crear algo nuevo.
¿Cuándo comenzó a cambiar? No creo que se pueda decir un punto exacto en el que dije “lo conseguimos” pero si se, que progresivamente lo fuimos alcanzando. Ahora bien, ¿Cómo afecto esto a mi identidad? Yo ya no era la niña media que tenía un hermano que alcanzar, ni la estudiante que se rendía, ni la que hacia todos los trabajos y destacaba por ello. Porque ahora era una más, que se movía en las dudas, que se reía en la cafetería haciendo trabajos, o que se perdía en clases cuando la lanzaban un montón de preguntas. Tal vez, destacaba en un inicio por escribir, pero creo que fue solo porque comencé a escribir antes, ya que, a lo largo del tiempo, leyendo a mis compañeros veía millones de ideas, de preguntas, de interrogantes que no me hacían destacar. Pero entonces, ¿era igual que los demás? ¿Qué identidad es esa que me hace ser igual al resto? En realidad, no es ninguna, porque si soy igual no hay nada que me identifique, así que ¿seguimos buscando?
Releyendo todo lo que he escrito, me surge una nueva duda, ¿construyo mi identidad a partir de lo que los demás piensan de mí? ¿No debería ser capaz de saber esto sin buscar comparaciones? ¿Es en las comparaciones donde vemos nuestros puntos fuertes y nos descubrimos a nosotros mismos? ¿Puedes saber que eres bueno en algo sin tener alguna referencia? ¿Puedes gestionar una crisis ajena sin saber tu mismo desde donde partes y donde te identificas? ¿La identidad es lo mismo que el papel que tienes en un contexto? ¿Entonces sí que existe una comparación? Si la identidad no es fija, y la vamos reconstruyendo ¿debería saber en estos momentos cual es mi identidad? Ya que si estoy en crisis todo lo que se ha desencajado tiene que volver a colocarse, por lo tanto, solo podríamos encontrar dudas, e ideas que no se terminan de forjar.
5 comentarios
Mary -
Sin embargo, voy a intentar aportar algo, aunque sea chiquitito, partiendo de una idea que me ha llamado mucho la atención y a la que has vuelto al final de tu bitácora. Me refiero a las comparaciones.
Parece que a lo largo de tu reflexión has ido intentando descubrir quién eres, cuál es tu identidad (que no sé seguro si es o no lo mismo que la forma de ser. Creo que más bien se refleja en tus actos, tu manera de pensar, de actuar, de relacionarte con el mundo...creo que es algo más amplio, que lo reúne todo) y todo ello intentando volver hacia atrás, volviendo quizá a todos aquellos pasos en tu vida que quizá te hicieron ir forjándola. Y a la vez, todos esos pasos estaban constantemente fundamentados en la comparación con los demás ¿Estabas buscando tu identidad o tu sitio en cada uno de esos contextos? ¿Intentabas ser tú o entender qué querían los demás que fueras?
Quizá, esa era tu identidad en aquellos momentos pero creo que por supuesto no te has quedado ahí.
Puede que, como planteas en tu bitácora, tu identidad comenzara a hacerse más fuerte, a formarse más allá de la opinión del otro, a formarse más allá de tu interpretación de los deseos de los otros hacia ti. Sin embargo planteas No hubo malestar simplemente fue pasando te empezaste a sentir más a gusto ya no te comparabas con otros, no buscabas el reconocimiento en el otro simplemente en sí ¿Transición? ¿Es que no hay transiciones tranquilas, pausadas, calmadas? Ya te habías pasado toda la vida corriendo detrás de tu identidad .y por fín te diste cuenta que había ido corriendo a tu lado mucho tiempo! Es normal que estuviera cansada
La verdad que cuando intento contestar a alguna reflexión, intento ayudar a alguien a seguir reflexionando en tu caso .me parece imposible por eso sólo te he dado mi opinión Igualmente espero que no te quedes con ella y que a partir de ella y de las tuyas podamos ir construyendo nuevas Al menos es lo que dice ahora tu identidad no?
Muchos besos y gracias por tu sinceridad da gusto leerte!
Microalgo -
Le recomiendo que vea una vieja película: El Invisible Harvey. No me acuerdo quién la dirigió, pero la protagoniza un inmenso James Stewart. Es una de mis películas favoritas. Creo que me marcó de pequeño.
Eso y una tortilla de patatas. Y tomar el sol (acompañada de su novio, si puede ser) (Decía Huxley que no hay nada más "aquí" que el cuerpo de una mujer tomando el sol).
No le diré que se deje de nihilismos que no llevan a ninguna parte por el mero hecho de que no lleven a ninguna parte. La ameba no se plantea el porqué de su amebidad, como la ballena no se plantea el por qué de su ballenidad. Y no somos muy distintos de una y de otra, en el fondo. Si eso le da pánico, entre en pánico durante unos minutos y luego cocínese una estupenda tortilla de patatas, como le dije. Cuando se haya comido Usted la mitad, verá cómo se le pasan los ataques de horror vacui.
Créame.
Un abrazo.
Lara -
Respecto a los logros, no es que no los tenga en cuenta, de hecho creo que los he mencionado a lo largo del texo, por ejemplo el ser responsable, coherente, ..., de todas formas el reflexionar acerca de todo mi proceso, de porque he elegido lo que he hecho, de pensar que ha podido influir en ello, en realidad no es negativo, ni considero el texto como unas cuantas palabras que se quejan del camino que he tomado,sino que todo lo contrario, porque todo esto me ayuda a ser consciente de los porques, y el tenerlo en cuenta para ocasiones futuras. Es decir, a través de el, me estoy conociendo, me planteo interrogantes, y busco dar respuesta a algunos de ellos.
Tampoco creo que hable de personalidad, y si es lo que parece tal vez me haya equivocado a la hora de expresarme, porque no la considero lo mismo que la identidad. Aunque me has hecho pensar y tal vez me este equivocando en unas de las principales preguntas que es ¿Quién soy?y la este mezclando con ¿Cómo soy?, dos cuestiones que parecen complementarse pero que no se refieren a lo mismo,...
Así que muchas gracias por tu aportación, seguiré pensando sobre ello, tal vez mañana, llegue la segunda parte...
Cain -
Mi opinion es que deberias valorar mas todos los logros que llevas en tu vida. Son muchos mas que los que la mayoria alcanza... y cada dia te levantas para seguir formandote como persona, dia a dia haces un trabajo... ¿no es el que te gustaba? bueno, cambia... a dia de hoy, lo unico definitivo es la muerte.
En resumen, creo que te centras en los aspectos que no te gustan de tu personalidad y dejas fuera de analisis todo lo bueno que tienes. Eso no es objetivo.
Cain -