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EL RINCÓN DE MIS PENSAMIENTOS

AL FINAL DEL CUENTO

Había una vez una chica que se perdía continuamente. Había probado a tirar miguitas de pan por el camino para luego poder volver, acudir al los lobos para ver cual era el mejor camino que podía seguir, o entrar en una gran casa de chocolate a preguntar.

 

Ninguno le daba una respuesta clara “¡Pero bueno! ¡He preguntado yo primero!” pensaba cada vez que alguno de ellos la respondía con más y más preguntas. Quería que alguien le dijera: “Sigue este camino recto, cuando veas que has acabado gira a la derecha. Luego tras veinte pasos gira de nuevo a la derecha, y hallaras un camino de baldosas amarillas que tendrás que seguir. Cuando veas un gran árbol  lleno de manzanas te podrás sentar y quedarte todo el tiempo que quieras, porque ese, ese es tu lugar”.

 

Pero, todo lo contrario, no conseguía a nadie que dijera aquello, todos se empeñaban en realizar adivinanzas, juegos de palabras, frases retorcidas que no tenían ningún sentido…. Y ella cada vez estaba más y más desesperaba. Además, mientras caminaba sin rumbo por las calles se encontraba con amigos que le decían: “¿Pero todavía estas por aquí?, ¿no te parece que ya eres mayorcita para dejar de perderte?” o frases como: “Tu lo que debes hacer es lo que hacen todas, es decir, comer una manzana dormir y esperar a que tu príncipe llegue. ¡Y con eso tu vida estará solucionada! ¡Así de fácil!”

 

“¡Me niego! ¡No quiero ser una princesa! ¡No quiero tenerlo todo planeado! ¡Si, es cierto, puede ser inmaduro, o que no sepa tomar decisiones! pero al fin y al cabo estamos hablando de mi vida, ¡de una vida que quiere acabar debajo de un gran manzano pero sin tomar manzanas! ¿Y cómo llego a ella?”  Como veis, nuestra protagonista estaba en un eterno debate ¿Quería por una parte el final que todo el mundo la quería planear? Pero, por otro lado,  ¿quería seguir ese camino? No tenía una respuesta precisa, no tenía una afirmación rotunda, porque todavía estaba esperando a que se le iluminara una bombilla  con una gran idea. Seguía anhelando el final del cuento, pero quería inventarse un nuevo comienzo, un nuevo argumento.

2 comentarios

Paper -

Y, a veces, solo a veces, lo mejor es ver lo positivo del sitio en el que estas, y, aun no dejando de soñar, darse cuenta de que el verdadero manzano esta justo a tu lado, fuera de todas las convinciones sociales, fuera del "que diran", y alejado de todos aquellos que quieran asegurarte que el manzano en realidad esta lejos. Lo peor que puedes hacer es entrar en el circulo del 99 (Tenia que citar a Jorge Bucay alguna vez, no?), y obsesionarte con un manzano que quizas, en realidad, no necesites

Esto no quiere decir que tengas que dejar de soñar con un manzano mejor... Solo que evites que ese manzano se convierta en tu obsesion, pues es posible que por querer seguir el camino de baldosas amarillas te pierdas en el bosque y después no puedas regresar

vphileas -

Nunca se nos da la opción de elegir el principio del cuento. Simplemente nacemos y crecemos en el ambiente que el azar nos ha proporcionado. Son las decisiones diarias, tanto las triviales como las importantes, las que acaban guiando nuestros pasos, aún cuando no siempre sepamos hacia donde nos dirigen, pues en ocasiones sólo sabemos dónde estamos llegando cuando ya hemos caminado buena parte del camino y podemos sentarnos y mirar atrás. No es tan importante saber donde quieres llegar exactamente, como a donde no queremos ir.