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EL RINCÓN DE MIS PENSAMIENTOS

INTENTO ROBARLE MINUTOS

INTENTO ROBARLE MINUTOS

Mi despertador sonaba cada mañana a las siete en punto, siempre era extremadamente puntual, el nunca se retrasaba, no le entraba ningún tipo de pereza. Mi despertador no pedía cinco minutos más, ni pensaba que ojala llegará ya el sábado para no tener que madrugar. Mi despertador no se ponía nervioso por llegar tarde, ni porque ese día hiciera mucho frio en la calle. Daba igual que fuera verano, otoño, invierno o primavera, porque él siempre se despertaba con ese pitar, “pi pi pi pi, pi pi pi pi, pi pi pi pi…” y esperaba a que yo le contestará, a que le diera mi caricia por la mañana, aunque a veces esta caricia se hacía esperar porque me escondía bajo las mantas, y otras, era algo más brusco que una caricia.

No lo hacía a posta, pero su voz..., simplemente… Había días que no quería oírle, y que no se introdujera en mis sueños como ya había hecho algunas veces, simulando que era un teléfono que sonaba, o un timbre de la puerta, o un claxon de un coche. Otras veces, me levantaba media hora de que hablara, entonces le observaba con miedo ¿Qué me dirá ahora?, veía que me daba treinta minutos de tregua, y yo intentaba dormirme lo más rápido posible. Veinticinco. Veinte. Quince. Justo cuando quedaban diez minutos me quedaba dormida, pero ya era demasiado tarde, no me daba tiempo a comenzar un nuevo viaje en mi mundo de irrealidad, y el volvía a secuestrarme, y me mandaba otra vez a mi vida, a mi quehacer diario, a mi rutina.

Así pues, cada noche intento robarle minutos sin que se dé cuenta, tal vez, lo consiga algún día, cuando se quede sin pilas y sea yo la que le devuelva a la vida.

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