UNA UTOPÍA POSIBLEMENTE ALCANZABLE
He escogido este título partiendo del texto de Javier Tamarit, ya que me parece el más adecuado para tener esa esperanza que en muchas ocasiones los profesores pierden ante algunos de sus alumnos “diferentes”. Y pronuncio esta palabra en voz baja, puesto que nunca podremos tener en nuestras aulas a veinticinco alumnos iguales, con las mismas características, porque vivimos en hogares distintos, porque cada uno lleva a su espalda sus propias experiencias y porque no todos nacemos con las mismas capacidades ni las desarrollamos de la misma manera. Partiendo pues, de esta base, ¿por qué nos empeñamos en la homogeneización?, ¿por qué tratamos de modo distinto a aquellos que tienen alguna discapacidad? ¿Y los demás alumnos “normales”? ¿no necesitan un trato diferente cada uno? Creo que no a todos los alumnos les tratamos de la misma forma, hay algunos a los que preguntamos más, a otros les otorgamos un trato diferente y en cambio no lo llevamos ni lo contamos como una carga ni nada parecido, como parece en algunas ocasiones con aquellos chavales que tienen necesidades educativas especiales. Y es que como defiende Jesús Nicasio García Sánchez estas necesidades educativas especiales se crean cuando no pueden ser atendidas por los recursos ordinarios que nos ofrece el sistema, es decir, en mi opinión las necesidades las reclaman todos los niños, solamente que unas son mas costosas que otras. Y hablo de costes porque las de un alumno, digamos “normal”, va a reclamar un tipo de intervención que puede hacer directamente el profesor el solo, sin necesitar ayudas externas, en cambio, un niño con deficiencia auditiva o deficiencia mental por ejemplo, necesitará otras atenciones que requieren de más recursos que, en muchas ocasiones, el estado ofrece pero los centros no disponen. Por este hecho, por este querer y no poder, por pedir lo que se debe y lo que se promete y recibir una negativa o una larga espera como respuesta el alumno se ve perjudicado, el docente sin tiempo y al final acaba siendo una valla que debe saltar nuestra educación para que el alumno reciba ese derecho que tanto le corresponde. El entorno físico, el social, las escuelas, la familia y la comunidad son como dice Jesús Nicasio responsables de la disminución de estas necesidades, por ello, son unos campos donde debemos trabajar para que todos tengamos las mismas posibilidades y oportunidades para vivir, para autorrealizarnos. No podemos olvidar que para esto no basta con hacer todo igual, si no todo adaptado para que todas las personas puedan tener acceso a esa posibilidad. Porque ante todo, son niños y tienen sus derechos, y entre ellos se encuentra el derecho a la educación. Merecen tener lo que les corresponde, porque tienen sus sueños y sus proyectos, y nosotros debemos apoyarles y ofrecerles todas las vías que podamos para que los puedan alcanzar. Todas las personas como dice Tamarit “tienen sus limitaciones pero también sus puntos fuertes”, esto es generalizable a todas los sujetos que conformamos la sociedad, por ello, no podemos olvidar que de todos podemos sacar algo, que en todos nosotros hay un punto de arranque del cual podemos tirar para llegar más lejos, lo único que hay personas que lo tienen más escondido o que cuesta mas esfuerzo encontrarlo. Aquí es, en mi modo de ver, donde se debe realizar la intervención psicopedagógica, en la indagación, en la búsqueda, en el tratamiento, en el entorno y en todo lo que rodea al niño. Las clasificaciones para ubicar los distintos trastornos del desarrollo son diferentes, cada una se rige por unos principios o por unos ejes que vertebran toda las categorizaciones, pero en realidad, no entiendo muy bien la ventaja de teorizar si no se lleva luego a la practica, así pues vería mucho mejor si esto se transformará en la cotidianidad del día a día que nos lleva a mejorar la situación de los alumnos y así conseguir que todo funcione como debería. El final de esta intervención la encontramos en la palabra integración. Para mi es la meta que debemos buscar, porque a través de ella las personas podemos convivir, somos iguales unos a otros en lo que respecta a las salidas que se nos dan. Es como decir: “todos somos iguales pero todos somos diferentes”, ya que, tenemos los mismos derechos y deberes ante el mundo y ante nuestra sociedad pero cada uno es irrepetible, y tenemos que fomentar esa diferencia, puesto que aprendemos de ella, debemos dar accesibilidad a las diferencias, a todas, a las que más destacan a la vista, por ejemplo un síndrome de down, o aquellas que pasan mas desapercibidas como puede ser un déficit de atención. Aunque para conseguir esto se precisa una gran organización, mucha colaboración y mucho entusiasmo. Una vez que juntemos esto y lo mezclemos bien, tal vez esa utopía que decíamos al principio, pueda ser alcanzable por todos nosotros.
1 comentario
vphileas -
Ojalá fuese posible diseñar un modelo educativo que tuviese en cuenta las particularidades de cada uno de los niños, que estimulase a los niños aventajados del mismo modo que proporcionase las herramientas didácticas necesarias para poner a su mismo nivel a los niños con mayores problemas de aprendizaje
No sé si será una utopia, pero con el sistema educativo actual me parece difícil poder alcanzarlo.
Las aulas están masificadas en muchos casos, con niños inmigrantes que requieren programas de integración lingüística que no reciben, por no hablar de los niños con alguna deficiencia psíquica que requieren un tutelaje más estrecho.
De todas formas, resulta admirable la abnegación que muestran muchos profesionales de la enseñanza para sacar de estos niños lo mejor de ellos mismos, pese a las dificultades materiales, supliendo muchas veces estas deficiencias con ingenio y entrega desinteresada.
Yo conozco a gente así en mi círculo social más cercano y la verdad es que pese a reconocer que se sienten abrumados, les encanta su trabajo y lo que hacen en él.