PRISAS
Ese día no esperé a que sonara el despertador. Me levanté rápido, me lave la cara y me vestí con lo primero que vi en el armario, tal vez, por eso, me puse un vaquero que me quedaba dos tallas grandes y una camiseta con algunos agujeros que utilizaba para estar por casa, aunque con la tendencia actual, cualquiera podría decir que iba de lo más moderna y alternativa.
Pase por la cocina, más bien, me paseé por ella, abrí el frigorífico. Buscaba algo que pudiera tomarme mientras saliera corriendo por la puerta y bajara las escaleras. Así que, cogí un zumo de piña y un cachito de chocolate. No era el desayuno perfecto, lo sé, soy consciente. Pero me daría algo de fuerzas para aguantar.
Veinte minutos más tarde llegue a mi destino, la puerta de la oficina del paro. E increíblemente ya había por lo menos veinte personas delante de mí. ¿Qué habrían desayunado ellos entonces?
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Cain -