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EL RINCÓN DE MIS PENSAMIENTOS

Habilidades sociales

NO HAY VERDADES ABSOLUTAS

NO HAY VERDADES ABSOLUTAS

Partimos de la idea de que lo que decimos, de que lo que pensamos, siempre es lo correcto. Llevamos razón porque es lo que hemos escuchado siempre, porque nos basamos en nuestras experiencias, porque es lo que percibimos desde nuestro punto de vista.

 

Cuando discutimos hacemos que escuchamos, prestamos atención, pero la mayoría de las veces, no lo hacemos con la finalidad de buscar nuevas perspectivas, sino para debatirlas y contradecirlas. Nunca estamos equivocados, la verdad está de nuestro lado, sale de nuestra boca.

 

En algún momento, podemos llegar a pensar que la otra persona también tiene su verdad, y por ello, podemos pensar que nunca llegaremos a un acuerdo, dejando la discusión zanjada y defendiendo la idea de que los demás no nos van a cambiar la  nuestra, ni nosotros la de ellos, y así, de esta forma, resolvemos nuestros conflictos. Marcamos una línea donde colocamos en cada lado al otro y al yo. Zanjamos la discusión y pasamos a otro punto.

 

De esta forma, ¿resolvemos algo? Evidentemente no, olvidamos el conflicto, que volverá a resurgir en otro momento. Nos encontramos en el cuarto grado de la conciencia.

 

Para poder dar una respuesta a todo esto, para no dejar nada apartado, debemos tener en cuenta que las personas no tenemos la verdad, solo se nos ha prestado una parte de ella. Estamos construidos por parcelas. Nadie ha pasado por lo mismo, nadie lo ha vivido igual, nadie interpreta los hechos de la misma forma…así pues, ante una discusión ¿por qué no pensar en esto? ¿Por qué no nos damos cuenta de que tal vez nosotros mismos somos los que podemos estar equivocados? O ¿Qué tal vez solo sabemos uno de los reflejos de la verdad?

 

A lo largo de la historia hemos estado ante auténticas verdades que no se cuestionaban, como que la tierra era la que estaba en el centro del sistema, que no era redonda y cosas parecidas. Hechos que eran incuestionables, y por los que murieron personas a decir lo contrario, y ¿el final? Creo que lo sabéis, por ello, ¿ante un conflicto porque no sabemos abrir nuestra mente? ¿Por qué no vemos más allá? ¿Por qué nos empeñamos en ponernos un pañuelo de color negro ante nuestros ojos? Y en definitiva ¿Por qué la verdad nos pertenece?

 

BIBLIOGRAFÍA:

R. Kegan (2003) Desbordados.

MIRANDO ATRÁS...NO LO VOLVERÍA A HACER

MIRANDO ATRÁS...NO LO VOLVERÍA A HACER

La vista se me nublo, creí que había llegado el final,  todo estaba oscuro y solo veía una gran luz encima de mi cabeza, algunos dirán que solo era un radiante sol que había ese día, pero yo se que en realidad era el principio del fin.

 

Hay en algunos momentos donde sientes que las piernas no contestan, no realizan las ordenes que les mandas, y por más que lo intentas son incapaces de levantarse cinco centímetros más del suelo. Da igual que oigas que la cima esta cerca, porque siempre es mentira, da igual que te digan que esta es la última cuesta, porque una vez arriba veras que no es verdad. No importan las palabras, porque en esos momentos entras en un largo debate entre tu mente y tu cuerpo, puesto que uno grita que sigas y el otro se empeña en poner barreras para impedirlo.

 

He querido comenzar así la historia de nuestra pequeña aventura hasta la gran cima de la montaña, porque fue un poco lo que sentí, y me parecía importante haceros saber que a pesar de lo dicho, gracias al gran equipo que me toco, logre subir, logre bajar y hoy, lo puedo contar como una bonita experiencia (que, por cierto, no creo que la repita, porque con una vez, creo que basta). Así pues, después de esto pasaré a relatar un poco como fue pasando el día y relatando más o menos lo que ocurrió, o por lo menos, lo que puedo recordar, porque en esos momentos no estaba yo muy para observar.

 

Llegamos a las 10:30 allí. Entramos al pabellón y nos sentamos esperando a que vinieran los alumnos/as de educación física. Hay que decir que llegaron un poco tarde, y que el recibimiento fue un poco escaso, es decir, tan sólo dijeron “hola” y pasaron hacia dentro para coger los materiales que tenían guardados, no es que esperáramos un gran recibimiento con globos y esas cosas que se llevan en los grandes eventos, pero… un poco de motivación a esas horas no hubiera venido nada mal. Una vez hecho esto, salieron nos dieron a cada una unas cuantas cuerdas, telas o bolsas, y salieron sin más hablando. Así pues, al principio creíamos que iba a ser un poco como el año pasado, donde nos habían informado que ellos formaron un grupo y que no se relacionaban con los que fueron. Más tarde nos separaron en dos grupos, y nos dijeron que fuéramos con un grupo o con otro, aunque hasta cruzar el rio no nos dividimos.

 

De camino al río, ellos iban en un grupo, y nosotras, las que fuimos, íbamos atrás hablando entre nosotras, es decir, no había nada de relación entre ambos.

 

Cuando llegamos al rio, se pusieron a montar el puente y la tirolina. Nosotras nos dividimos, puesto que unas prefirieron una opción y otras otro. Mientras que montaban todo, nos quedamos allí sentadas, con un chico y una chica de educación física que nos fueron preguntando sobre si nuestra asignatura era obligatoria, porque íbamos, para que era la actividad, etc. Es decir, comenzó así una “bonita amistad” o por lo menos un mínimo de conversación.

 

Por diversas causas, al final tuvimos que dejar la idea de cruzar el puente por la tirolina puesto que iba muy lenta y acabamos todos cruzando  por el otro medio disponible. Una vez hecho esto, nos juntamos con nuestro grupo, que estaba formado por tres chicos y una chica de educación física y cuatro de nosotras. Lo primero que hicieron fue explicarnos cómo manejar la brújula, el mapa y como nos debíamos de orientar, y después comenzamos a realizar nuestra ruta. Durante el camino nos iban a hablando y explicando lo que veíamos, lo que nos podía ayudar para orientarnos en la montaña, la ropa apropiada, el calzado, etc. Hay que decir, que la mayoría de las veces recibíamos las explicaciones por parte de los chicos en mayor medida, puesto que la chica se mantenía más callada.

 

Durante todo el camino nos iban preguntando que tal íbamos, dando ánimos, preguntando por donde queríamos ir, que  era lo que veíamos, que hacían ellos en otras actividades, e íbamos todos juntos.

 

Una vez que comenzamos a subir más, y era todo más en cuesta, yo no podía más, y se mostraron muy atentos, se sentaron conmigo, me esperaron, me preguntaban continuamente, llevaron mi mochila a cuestas, me abanicaron, y me daban ánimos continuamente. Aunque aquí empezó a ver más distancia, puesto que dos de nosotras y uno o dos de los de educación física siguieron subiendo. Quedándonos dos y dos, más abajo.

 

Estando por fin arriba, y habiendo conseguido nuestro objetivo, dos de educación física se tuvieron que ir, puesto que tenían prisa y optaron por ir por un camino que tenía más pendiente pero era más rápido. Mientras que nosotras y dos “monitores” fuimos bajando por el camino. Además durante el recorrido se nos enseño un nido, nos explicaron que era de perdiz, el porqué lo sabía, y todo lo relacionado. La verdad es que estaban muy pendientes de nosotras.

 

Cuando  llegamos al río, nos encontramos allí con el profesor que nos presto también ayuda para poder pasar. Mientras que los chicos al llegar se fueron rápido, sin despedirse apenas de nosotras. Aunque una vez que volvimos, al llegar también al pabellón nos encontramos con ello y se mostraron muy atentos, se sentaron con nosotras un rato nos dieron su email y nos dijeron que nos pasarían las fotos.

 

También debo de decir, que ellos mismos se habían repartido como dos roles, uno de ellos era el que lideraba el grupo y siempre proponía ir por los caminos más difíciles, y otro, el que proponía subir por los senderos que aun siendo más lentos no eran tan complicados. En todo este entramado se podía ver de todas formas quien era perfectamente el líder del grupo y quien eran los seguidores.

 

Esto fue un poco nuestra larga mañana subiendo las grandes montañas de los Alpes (por lo menos), ahora podemos decir que vimos Alcalá desde vista de pájaro, y que días más tarde no se ve tan mal como cuando estas allí, incluso da ganas de volver a salir al campo (pero recordar, llevar mucha agua, zapatillas que no escurran, chanclas, pantalones cortos, crema para el sol y algo de chocolate). Por cierto, no es por justificarme, pero al día siguiente de esta excursión fui a donar sangre y resulta que no me dejaron porque tenía anemia, así que, como comprenderéis, no fue porque no estuviera en forma (que lo estoy indudablemente) sino por circunstancias anímicas que una, no controla.

MUCHAS PREGUNTAS, QUIZÁS...¿DEMASIADAS?

MUCHAS PREGUNTAS, QUIZÁS...¿DEMASIADAS?

“La empatía requiere cierta distancia emocional: uno debe alejarse un paso de la pena, el temor y la ira para crear un espacio en el que los propios pensamientos puedan ejercer una influencia tranquilizadora sobre los sentimientos. Deben dejarse atrás los prejuicios. El impulso automático de juzgar y censurar debe ser controlado. El deseo de venganza debe ser neutralizado y silenciado por la necesidad más imperiosa de entender y, quizás al final, perdonar”.

 

Así pues, ¿estamos preparados alguna vez para escuchar empaticamente? ¿Somos capaces de tener empatía? ¿Podemos escuchar sin proyectar nuestros propios sentimientos sobre los actos y las situaciones de nuestro emisor? Pienso que continuamente prestamos atención a los demás cuando nos hablan pero esto lleva consigo un procesamiento de la información por el propio receptor, y esto hace que la persona en sí,  relacione lo que se le cuente con experiencias vividas, que inconscientemente busque soluciones y que tal vez, sin quererlo, pierda la información que se nos este contando.

 

Por ello, es difícil crear ese espacio del que se habla en el que se tranquilicen los sentimientos por medio de los pensamientos. Pienso que muchas veces cuando nos paramos a escuchar a un amigo al que le ha surgido algún tipo de problema, lo hacemos más como un consejero, creemos que se nos pide ayuda, soluciones, salidas, opciones, sin hacerle ver, que es la misma persona la que debe tomar su camino, reflexionar sobre sus pros y sus contras y optar por uno u otro, es decir, tomar una decisión.

 

No escuchamos por escuchar, es decir, no servimos como receptores que devolvemos la información de forma rebajada, clarificando, devolviendo el contenido de lo dicho, sino que lo hacemos como columnistas de un periódico, dando u ofreciendo un plan “ideal” de cómo salir del problema y luego añadimos las palabras claves: “bueno, es lo que haría yo”…

 

No, nos damos cuenta, como dice el texto, que muchas veces “no sabemos lo suficiente como para poder juzgar”, porque no sabemos sus sentimientos, su contexto, ni todo lo que puede ocurrir a su alrededor, como sus razones, situación familiar, amigos, etc. Así pues, no entiendo mucho lo que se dice en el texto como: “ser empático es más importante que tener empatía”, puesto qué ¿Qué significa esto? ¿Qué cuando se tiene empatía se puede elegir entre usarla o no? Y que ¿ser empático significa que siempre la vas a usar, es decir, vas a recurrir siempre a ella?

 

Es importante el “equipo” que llevemos a nuestra espalda, ese que nos permite continuar el camino, el que se centra en la manera de comunicar mutuamente nuestros pensamientos y sentimientos, pero si hacemos esto ¿escuchas a la otra persona? ¿Somos empáticos? O ¿nos introducimos en una continua lucha en la que cada uno expresa lo que siente y lo que piensa, sin escuchar al otro? ¿Hasta que punto se establece una verdadera comprensión? Si nos ponemos en el lugar del otro, absorbiendo su experiencia y sintiendo sus emociones e intentando pensar sobre sus sentimientos… ¿podremos ser objetivos? ¿Servirá nuestra ayuda para algo?

 

El tema de la empatía creía que estaba relacionado con ver todo desde el prisma de la otra persona, pero creo que es mucho más complicada, porque en cierta forma hay que sentir también lo que la otra persona siente, sin saber si en realidad esta sintiendo lo que tu crees que siente. Así pues, se convierte todo en algo muy abstracto lleno de complejidades, de “creos”, de “yo sentiría eso o lo otro” y de proyecciones y atribuciones que realizamos teniendo como referencia una situación contada, una interpretación de un contexto que nos han comentado, una imagen imparcial sobre lo que ha sucedido, y todo ello, como se dice en un inicio desde una distancia emocional. Por lo tanto ¿Cómo sentir lo que otra persona siente y sentirlo desde esta distancia emocional? ¿Sin implicarte? ¿Es posible sentir algo sin sentirlo?  ¿O lo que hacemos es hacer un papel? Es decir, ¿hacemos que sentimos algo, pensamos una situación parecida, creamos nuestro posible sentimiento en esa situación, pero sabiendo que es algo ficticio y que no esta ocurriendo en la realidad?

 

Y después de esto, ¿Dónde dirigirnos? según el texto: “la empatía esta siempre, sin excepción, orientada a la acción. La empatía se pregunta, con un deseo real de comprender: ¿Qué puedo aprender? La empatía, con profundos sentimientos y mentalidad abierta, dice: Enséñame. La empatía se pregunta en cada recodo de la relación: ¿Cómo puedo yo ayudar, qué puedo hacer, dónde voy ahora?” pero ¿quién debe enseñar? ¿El emisor? ¿El receptor? Creo que en cualquier relación que se establezca entre las personas existe una enseñanza y por lo tanto unida a esta, un aprendizaje ¿pero por qué una acción? No todas las personas esperan algo de alguien, no todas las personas quieren actuar en un momento dado, no todas hablan, cuentan sus problemas, sus conflictos con el fin de que alguien les escuche y le ayuden a tomar una decisión, porque hay veces, en las que solo se habla por hablar, porque se necesita descargar un sentimiento, depositar en otra persona esa furia, rabia, temor, o también y porque no, un sentimiento positivo, pero no se quiere llegar a ningún lado, la meta es inexistente, no se quiere solucionar, no se quieren buscar alternativas, porque es algo impulsivo que sale sin más. Esta bien, la persona a la que se lo contamos debe estar ahí, necesitamos sentir que nos escuche, para que realice una función de “contenedor”, donde poder nosotros depositar todo lo que nos ocurra.

 

En todo este gran entramado no podemos tampoco olvidar la atención que debemos prestarle a la otra persona, porque como se nos dice, esta es indispensable y necesaria siempre que queramos llegar a buen puerto, y es que, no se puede crear una relación en la indiferencia, porque simplemente no existirá ningún tipo de  reciprocidad.

 

Asimismo, el vínculo que se cree, el tipo de relación tiene que ser equitativa, tiene que ser reciproca, puesto que si la empatía solo viene por uno de los miembros, ese mismo se verá afectado, ya que sus sentimientos nunca se verán comprendidos y atendidos por la otra persona. Aunque también debe saber expresar bien lo que siente. Para explicar esto pondré un ejemplo: durante mi periodo de prácticas, uno de los chicos que acudió me comentó que nadie le escuchaba, que el estaba siempre para todos, que se mostraba atento, que ayudaba a los demás y que no se sentía bien, puesto que a él nadie le hacía caso, nadie le preguntaba su opinión. Pero al preguntarle si el pedía ayuda alguna vez, o si le había dicho a alguien como se sentía, me respondió con un no, por lo tanto, también era lógico que sus amigos no supieran como se sintiera si el nunca decía nada, si nunca expresaba lo que sentía. Nadie podía saber si el quería cinco minutos porque se encontraba mal, si lo único que hacía era “fingir” y mostrarse como “el amigo que siempre ayuda y que no necesita nada”.  Por ello, pienso que es importante saber transmitir, ser sincero con uno mismo y con los demás, muchas veces no pasa nada por presentar lo que se siente, o por pedir ayuda porque en un momento te ves desbordado, porque simplemente, las personas somos humanas, nos apoyamos en nuestro círculo más cercano, sobrevivimos con ayuda de los demás. Y para esto normalmente acudiremos a aquellas personas que pensemos que van a saber comprendernos, que nos dedicarán una atención, en realidad, aquellas que se muestren más empáticas, porque ellas serán las que crearán un clima de confianza donde poder expresar realmente lo que se nos pase por la mente y el corazón.

COMO SI DE UN TRABALENGUAS SE TRATARA

COMO SI DE UN TRABALENGUAS SE TRATARA

Las personas vivimos en un continuo de conflictos, lo que pasa que algunos son tan insignificantes que no les damos importancia.

 

Durante estos días hemos trabajado sobre ellos, en cómo los vemos, en cómo nos sentimos ante la situación que nos provocan, en cómo se siente la persona que está enfrente, y en la relación que se crea entre ambos. Pero en mi opinión, no hemos trabajado el conflicto que se puede crear con uno mismo, y en este caso, ¿cómo se harían todas estas técnicas o ejercicios de exploración? El sujeto somos nosotros, el problema lo creamos nosotros, y los puntos de vista se bifurcan en las posibilidades que veamos ante nuestros ojos, así pues, ¿esto podría recibir el nombre de conflicto interno o es solo el proceso de toma de decisiones? ¿O una cosa lleva a la otra? ¿Están los dos unidos o se pueden dar por separado? Mi opinión es que los dos van unidos de la mano, y cada vez que nos enfrentamos a un conflicto este nos lleva a un decisión, que podrá o bien mantener el problema o bien, buscar una salida o una solución a este.

 

Hay ocasiones, en las que estos conflictos internos, nos llevan de alguna forma a externalizarlos y provocar conflictos externos, puesto que al estar mal nosotros mismos, o preocupados, o en tensión ante un problema nuestro, se externaliza hacia los demás, creando tal vez otro, con el resto de las personas que nos rodean, y en este momento, para solucionar el conflicto ¿en cual nos tenemos que fijar? ¿Habrá que prestar más atención al interno que al externo? ¿Se han convertido en dos temas a tratar? ¿Si solucionamos el interno nos servirá para solucionar el externo? ¿Fijarnos en el contexto como decíamos el otro día puede servirnos para solucionar el externo? Es decir, ante un conflicto que se haya creado con otra persona, el mirar lo que nosotros pensamos y el contexto en el que nos encontrábamos puede hacernos ver que en realidad, ese conflicto presente estaba provocado por otro que era interno y que, en cierta manera, hemos reaccionado con la otra persona para descargar los sentimientos negativos que nos podría estar creando lo que sentíamos interiormente.

 

Sinceramente, parece que estoy escribiendo un trabalenguas, pero creo que tiene un mínimo de sentido, es decir, todos los conflictos  están generados en cierta forma por un conflicto interno, por ello, puede producirse un aprendizaje, porque si el problema solo fuera externo y buscáramos una solución o una tirita para arreglarlo no estaríamos hondando en algo más profundo que es lo que nos haría sacar algo de “provecho” de esa situación. Por eso la importancia de no ser médicos intentando buscar remedios, sino el mirar más allá, buscar el porqué, las causas del conflicto interno que se nos crea, intentar saciar la curiosidad y exprimir las opciones y puertas que se nos abren. De esta forma realizaremos una decisión que tendrá ciertas consecuencias, y la unión de todo ello nos daría la experiencia y el aprendizaje para afrontar conflictos futuros.

 

De todas formas, aunque aprendamos de los conflictos y de nuestras decisiones, no creo que se deba dejar a un lado nuestra personalidad, es decir, hay muchas veces en las que decimos “siempre me ocurre igual”,  y es porque a veces , desde mi punto de vista, aunque sepamos que no funciono con alguien, creo que no cambiamos de un día para otro, y por ello, recurrimos al pensamiento de que cada persona es distinta y la confianza depositada en cada una no va a depender de situaciones pasadas, porque entre ellas no hay relación. Así pues, por eso, muchas veces nos enfrentamos a conflictos similares, que parece que tendríamos que haber superado y que no ocurre eso.

 

En conclusión, me parece, que los conflictos entre las personas y entre uno mismo, son difíciles de evitar, puesto que para poder vivir sin que existan, debería haber una forma de actuar exacta a como pensamos y a los principios que seguimos, además de no encontrar alternativas parecidas, o actividades que nos hicieran plantearnos ante una toma de decisiones que nos llevará a tener una cierta incertidumbre o una pequeña duda.

¿SE PUEDE LLEGAR A SER COMPETENTE SOCIALMENTE?

¿SE PUEDE LLEGAR A SER COMPETENTE SOCIALMENTE?

Según la lectura de competencia social: su educación y tratamiento, se dice que una persona es competente cuando “tiene la habilidad de comportarse de manera apropiada en diferentes contextos, respondiendo a las características de estos, en vez de pensar que la persona puede mostrar un comportamiento hábil que sea válido en cualquier situación social”.

Esta afirmación me ha hecho pensar mucho desde que la leí, puesto que entonces ¿alguien puede llegar a ser competente socialmente? Tal vez, la respuesta más inmediata es sí, puesto que millones de personas nos vamos adaptando a los cambios y a las distintas situaciones a las que nos enfrentamos cada día. Pero ¿Qué pasaría si la cultura donde nos encontramos cambia? ¿Qué pasaría si de repente nos vamos a vivir a otro país? ¿Seguiríamos siendo competentes? Ante estas cuestiones que me plantee, me di cuenta que si me iba a una cultura muy distinta a la mía, con otras costumbres, valores, etc. El resultado seguramente sería la inadaptación, o por lo menos durante mucho tiempo, hasta que acabara comprendiendo el porqué, y el cómo se relacionan, y aún así, en muchas me costaría integrarme.

Así pues, ¿se puede llegar a ser competente socialmente o sólo adquirimos unas serie de habilidades que “medio” nos pone esa etiqueta en la sociedad determinada en la que vivimos? ¿O tal vez, el ser competente requiere el que nos podamos adaptar a cada cultura y a cada contexto pero en un aspecto mucho más general del que partimos normalmente? ¿Una persona extranjera que vive en España y que sigue manteniendo sus costumbres es competente?

Sinceramente, estas dudas me vienen rondando la cabeza desde que lo vimos la semana pasada. Además si como dijo un día Mary en clase, nosotros no tenemos habilidades sociales sino que se nos atribuyen por las demás personas que conviven o tratan con nosotros, ¿Qué capacidad de control podemos tener sobre ellas? ¿Cómo podemos modificarlas? ¿Cómo se adquieren? El otro día en un pequeño descanso entre clase y clase hablamos brevemente sobre ello, y me di cuenta, de que muchas veces, no tenemos habilidades sociales porque se nos atribuyan, sino porque nosotros mismos nos las atribuimos. Es decir, aquí haríamos alusión al contexto más interno de la persona, porque si nosotros comprendemos el contexto, lo interpretamos, y adaptamos nuestro comportamiento a él, estaríamos desarrollando ciertas habilidades para conseguir algo, o simplemente retroalimentaríamos una habilidad que creemos tener, hasta el punto de desarrollarla mucho más que, de por sí, otra que  creemos carecer, es decir, sería como una especia de entrenamiento continuo que se produce sobre una misma habilidad, como se diría en la lectura se convertirían en un “recurso aprendido” que fomentamos más que otros, que tal vez, no tenemos interiorizado.

Todo esto, unido a lo primero a lo que me he referido de la cultura tiene su explicación, puesto que si los recursos que se fomentan en un determinado país no son los mismos que el que está en la otra punta, la persona que viaje de uno a otro, llevará consigo unas herramientas que no siempre serán válidas, o no tendrán un uso, y deberá aprender otras con las que poder desenvolverse adecuadamente en la sociedad de acogida, que al no estar desarrolladas tardarán en adquirirse, puesto que se entrará en una pequeña lucha interna entre las que se tenían en un principio y las nuevas que se pretenden aprender. Además, algunas de las habilidades que han tenido a lo largo del tiempo un refuerzo y una valoración por parte de los demás, posiblemente si en esta nueva sociedad no se ven reafirmadas, ¿se seguirán desarrollando? ¿Serán olvidadas? ¿Se  podrán olvidar si ya han sido adquiridas?

En la lectura podemos ver también cómo se hace referencia a esta duda que planteo, y que la respuesta que se da sobre ella es la siguiente: “competencia social es un término que hace referencia a la cultura en la que se vive. No depende de poseer unos determinados comportamientos o pensamientos universales válidos, sino de la coordinación de factores comportamentales, cognitivos y afectivos que permiten desenvolverse con éxito en tareas sociales relevantes de acuerdo con los éstandares de la cultura particular en la que se vive”. En teoría, esto daría solución a mi interrogante, pero no es así, puesto que la persona que es capaz de adaptarse a todas las culturas, a amoldarse rápidamente al lugar donde vive, ¿no sería más competente que otra que no lo consigue, aunque en la suya propia haya adquirido las habilidades sociales necesarias para poder cumplir esta competencia? Y si es así, entonces ¿Podría existir una competencia social de carácter más universal que englobaría a todas estas personas como la del ejemplo?

EL ESPACIO VITAL, MI ESPACIO VITAL

EL ESPACIO VITAL, MI ESPACIO VITAL

Cada persona tiene su espacio, sus límites, una burbuja que les rodea ¿Cuándo romperla? ¿Cuándo integrar a alguien en ella? La respuesta creo que es muy personal, cada uno sabe cuando ocurre esto, no se puede obligar a ello. Por eso, cuando hicimos el ejercicio en el aula me resulto tan raro, tan forzado y no pude llevarlo a cabo, ¿Cómo de un momento a otro puedes incluir o expulsar a alguien?

 

Creo que depende del día que tenga la persona y de la persona a la que se quiere integrar, es decir, hay días en los que sientes que el tiempo es tuyo, que todo te pertenece, no te apetece hablar, sonreír o simplemente solo quieres existir. Es un día rojo como decía Audrey Hepburn. Así pues, da igual la confianza que tengas con los demás, lo cómoda que te encuentres con la otra persona, porque no te apetece el contacto, no quieres ni permites que te invadan. En cambio, en otras ocasiones, la “burbuja” se amplia, no está pegada a ti, sino que es más extensa y tiene muchas “puertas” que permiten la entrada y la salida de la gente, y si las personas que acceden son tus amigas/os o familiares normalmente no encontraran ningún tipo de barrera.

 

También creo que influye mucho el que la otra persona te imponga, porque si es así, se creara una especie de trinchera al ver al otro muy distinto a ti. Es decir, las personas semejantes siempre tendrán más facilidad para entrar en nuestro espacio, pues al ser más parecidos tendrán más llaves para poder acceder.

 

Es cierto, que en ocasiones, nuestra burbuja es comprimida, por la cantidad de gente que hay a nuestro alrededor, y que nos sentimos como si nos faltara el aire dentro de ella. Por ejemplo: la semana pasada en las fallas, el barullo era increíble y permanecíamos en las dimensiones de una baldosa, todos estábamos apretados pero sabíamos bien donde estaban nuestros límites.

 

Algo que me llama la atención, es que en estos lugares donde suele haber mucha gente, habitualmente nos colocamos en círculo, y creo que es por esta razón, es decir, por preservar nuestro espacio ante los demás, por delimitar donde estamos. Además normalmente integramos al grupo en la burbuja y dejamos al resto fuera de ella.

 

En conclusión, nuestro espacio es necesario, lo reclamamos en muchas ocasiones cuando se ve invadido. Y creo que es muy importante contar con ello cuando nos vayamos a relacionar con otra persona, puesto que debemos tener en cuenta que muchas veces, de primeras, hay que mantener cierta distancia o estar pendiente de cuando se nos incluye para poder acercarnos.