MIRANDO ATRÁS...NO LO VOLVERÍA A HACER
La vista se me nublo, creí que había llegado el final, todo estaba oscuro y solo veía una gran luz encima de mi cabeza, algunos dirán que solo era un radiante sol que había ese día, pero yo se que en realidad era el principio del fin.
Hay en algunos momentos donde sientes que las piernas no contestan, no realizan las ordenes que les mandas, y por más que lo intentas son incapaces de levantarse cinco centímetros más del suelo. Da igual que oigas que la cima esta cerca, porque siempre es mentira, da igual que te digan que esta es la última cuesta, porque una vez arriba veras que no es verdad. No importan las palabras, porque en esos momentos entras en un largo debate entre tu mente y tu cuerpo, puesto que uno grita que sigas y el otro se empeña en poner barreras para impedirlo.
He querido comenzar así la historia de nuestra pequeña aventura hasta la gran cima de la montaña, porque fue un poco lo que sentí, y me parecía importante haceros saber que a pesar de lo dicho, gracias al gran equipo que me toco, logre subir, logre bajar y hoy, lo puedo contar como una bonita experiencia (que, por cierto, no creo que la repita, porque con una vez, creo que basta). Así pues, después de esto pasaré a relatar un poco como fue pasando el día y relatando más o menos lo que ocurrió, o por lo menos, lo que puedo recordar, porque en esos momentos no estaba yo muy para observar.
Llegamos a las 10:30 allí. Entramos al pabellón y nos sentamos esperando a que vinieran los alumnos/as de educación física. Hay que decir que llegaron un poco tarde, y que el recibimiento fue un poco escaso, es decir, tan sólo dijeron “hola” y pasaron hacia dentro para coger los materiales que tenían guardados, no es que esperáramos un gran recibimiento con globos y esas cosas que se llevan en los grandes eventos, pero… un poco de motivación a esas horas no hubiera venido nada mal. Una vez hecho esto, salieron nos dieron a cada una unas cuantas cuerdas, telas o bolsas, y salieron sin más hablando. Así pues, al principio creíamos que iba a ser un poco como el año pasado, donde nos habían informado que ellos formaron un grupo y que no se relacionaban con los que fueron. Más tarde nos separaron en dos grupos, y nos dijeron que fuéramos con un grupo o con otro, aunque hasta cruzar el rio no nos dividimos.
De camino al río, ellos iban en un grupo, y nosotras, las que fuimos, íbamos atrás hablando entre nosotras, es decir, no había nada de relación entre ambos.
Cuando llegamos al rio, se pusieron a montar el puente y la tirolina. Nosotras nos dividimos, puesto que unas prefirieron una opción y otras otro. Mientras que montaban todo, nos quedamos allí sentadas, con un chico y una chica de educación física que nos fueron preguntando sobre si nuestra asignatura era obligatoria, porque íbamos, para que era la actividad, etc. Es decir, comenzó así una “bonita amistad” o por lo menos un mínimo de conversación.
Por diversas causas, al final tuvimos que dejar la idea de cruzar el puente por la tirolina puesto que iba muy lenta y acabamos todos cruzando por el otro medio disponible. Una vez hecho esto, nos juntamos con nuestro grupo, que estaba formado por tres chicos y una chica de educación física y cuatro de nosotras. Lo primero que hicieron fue explicarnos cómo manejar la brújula, el mapa y como nos debíamos de orientar, y después comenzamos a realizar nuestra ruta. Durante el camino nos iban a hablando y explicando lo que veíamos, lo que nos podía ayudar para orientarnos en la montaña, la ropa apropiada, el calzado, etc. Hay que decir, que la mayoría de las veces recibíamos las explicaciones por parte de los chicos en mayor medida, puesto que la chica se mantenía más callada.
Durante todo el camino nos iban preguntando que tal íbamos, dando ánimos, preguntando por donde queríamos ir, que era lo que veíamos, que hacían ellos en otras actividades, e íbamos todos juntos.
Una vez que comenzamos a subir más, y era todo más en cuesta, yo no podía más, y se mostraron muy atentos, se sentaron conmigo, me esperaron, me preguntaban continuamente, llevaron mi mochila a cuestas, me abanicaron, y me daban ánimos continuamente. Aunque aquí empezó a ver más distancia, puesto que dos de nosotras y uno o dos de los de educación física siguieron subiendo. Quedándonos dos y dos, más abajo.
Estando por fin arriba, y habiendo conseguido nuestro objetivo, dos de educación física se tuvieron que ir, puesto que tenían prisa y optaron por ir por un camino que tenía más pendiente pero era más rápido. Mientras que nosotras y dos “monitores” fuimos bajando por el camino. Además durante el recorrido se nos enseño un nido, nos explicaron que era de perdiz, el porqué lo sabía, y todo lo relacionado. La verdad es que estaban muy pendientes de nosotras.
Cuando llegamos al río, nos encontramos allí con el profesor que nos presto también ayuda para poder pasar. Mientras que los chicos al llegar se fueron rápido, sin despedirse apenas de nosotras. Aunque una vez que volvimos, al llegar también al pabellón nos encontramos con ello y se mostraron muy atentos, se sentaron con nosotras un rato nos dieron su email y nos dijeron que nos pasarían las fotos.
También debo de decir, que ellos mismos se habían repartido como dos roles, uno de ellos era el que lideraba el grupo y siempre proponía ir por los caminos más difíciles, y otro, el que proponía subir por los senderos que aun siendo más lentos no eran tan complicados. En todo este entramado se podía ver de todas formas quien era perfectamente el líder del grupo y quien eran los seguidores.
Esto fue un poco nuestra larga mañana subiendo las grandes montañas de los Alpes (por lo menos), ahora podemos decir que vimos Alcalá desde vista de pájaro, y que días más tarde no se ve tan mal como cuando estas allí, incluso da ganas de volver a salir al campo (pero recordar, llevar mucha agua, zapatillas que no escurran, chanclas, pantalones cortos, crema para el sol y algo de chocolate). Por cierto, no es por justificarme, pero al día siguiente de esta excursión fui a donar sangre y resulta que no me dejaron porque tenía anemia, así que, como comprenderéis, no fue porque no estuviera en forma (que lo estoy indudablemente) sino por circunstancias anímicas que una, no controla.
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