INCIDENCIA DEL MALTRATO
VIOLENCIA ESCOLAR:
EL MALTRATO ENTRE IGUALES EN LA E.S.O. 1999- 2006. NUEVO ESTUDIO Y ACTUALIZACIÓN DEL INFORME 2000.
Lo que se puede ver a lo largo del comentario crítico realizado, es primero algunas ideas sobre la importancia y lo que nos permite este informe, seguidamente haré referencia a las diferentes partes que tiene, es decir, si aparecen claros los objetivos, cómo se ha elegido la muestra, el procedimiento, etc. Asimismo, comentaré los resultados que se han obtenido. Y por último haré una pequeña reseña de las conclusiones y recomendaciones que me han parecido más interesantes.
Por lo tanto, a lo primero que haré alusión, será a la importancia que tiene este estudio, puesto que muchas veces se obvian los problemas o simplemente no somos conscientes de la dimensión que tienen, hasta que no nos dan números. Parece que los vemos, e intuimos una necesidad, pero no llegamos a hacer nada o no ponemos en marcha un plan de prevención bien sistematizado hasta que no se hace un estudio sobre el tema a tratar. Así pues, debo señalar que las cifras que se obtienen y su mirada desde un punto de vista cualitativo nos ayuda a abordar mejor el problema, o a estar más pendiente de algunas conductas que, por otro lado, pasaríamos por alto, por ejemplo, las que hacen referencia a la exclusión, o hablar mal de alguien, etc.
Pienso que también es importante lo que nos permite este informe, es decir, como se dice en el texto:
- Conocer la situación real de la convivencia en los centros escolares.
- La incidencia de cada tipo de conducta.
- Las variables que tienen incidencia en el fenómeno.
Puesto que como he dicho anteriormente, nos ayuda a ser más consciente del problema que se tiene en las escuelas, además de permitirnos, el conocer cuáles de las conductas son más usuales, y que conductas podríamos encontrar dentro del abuso de poder entre iguales. Ya que, en mi opinión, muchas veces creemos que este abuso o el maltrato tiene que ver solamente con conductas en las que, dos o más alumnos llegan a las manos, o en las que se amenaza con armas o sexualmente y otras que vemos muy claramente. En cambio, otras que no arman ese revuelo, que parecen que no causan grandes problemas las achacamos más a las relaciones, a cosas de niños, y lo vemos como algo más “normal” puesto que no afecta directamente al clima escolar.
Si atendemos a la metodología, creo que el informe tiene una buena fundamentación teórica y se basa en los diferentes estudios que se han hechos en las distintas comunidades autónomas sobre este tema, ocupando un capítulo entero de este.
Además, el objetivo del estudio queda claramente definido, siendo el siguiente: “La determinación de las principales magnitudes del fenómeno del maltrato entre iguales en el contexto de la Enseñanza Secundaria Obligatoria en España, tal como se está produciendo en el momento actual, en el año 2006, y en relación con la situación descrita en el estudio empírico llevado a cabo hace siete años, del que éste constituye su réplica (IDP- UNICEF, 2000)”. También se específica de una forma clara los objetivos más específicos, los cuales se dirigen a determinar el grado de incidencia, abordar los diferentes puntos de vista de los implicados, determinar los escenarios en los que se produce, etc.
Si atendemos a la muestra, he de decir, que en un inicio me chocó la forma de escogerla, puesto que al coger a dos alumnos de cada clase, me parecía que tal vez, no se iba a abordar bien el tema, puesto que, el maltrato por abuso de poder se da entre las relaciones que se establecen entre los individuos, y escogiendo solamente a dos personas del grupo, podría dar la casualidad que las dos fueran espectadores, o las dos víctimas,…, es decir, que a lo mejor, no se reflejaría la realidad del aula y las relaciones creadas en ella. Aunque me resulto muy interesante que se tuvieran en cuenta todas las variables que hacen referencia a la comunidad autónoma, al tamaño del hábitat, a la titularidad del centro, al género de los alumnos y finalmente al nivel educativo.
Si atendemos al instrumento que se utilizó, vemos como el informe se realizó a través de cuestionarios que se diferenciaban dependiendo de si era para los alumnos y alumnas, o si era para los jefes y jefas de estudio. Este era muy parecido al que se utilizó para la investigación del 1999, aunque se añadía un nuevo aspecto que hacía referencia al maltrato a través de las tecnologías de la información y la comunicación. Este último cambio, opino que es muy importante, puesto que los instrumentos y las investigaciones que se realizan tienen que dar respuesta a las necesidades y a los problemas que ocurren actualmente, y el tener esto en cuenta y analizarlo, creo que es significativo, puesto que se nos está demostrando que se atiende a posibles variables que han podido cambiar a lo largo del tiempo, y que no se queda en el cuestionario anterior que en estos temas resultaría obsoleto. Es decir, resalto la importancia de acomodarse al contexto y al dar una respuesta lo más ajustada a la realidad.
Si nos fijamos en el procedimiento, creo que se hace de forma correcta, aunque en mi opinión sería interesante profundizar más en las percepciones de cada uno de los participantes, es decir, realizar entrevistas a jefes de estudio, a diferentes profesores, a distintos alumnos, etc. sin embargo esta, sería otra investigación totalmente diferente que lo que buscaría, sería saber más cómo se sienten, porque lo hacen, que piensan sobre cómo podrían actuar ante un problema como este, etc. sin duda un estudio más cualitativo que iría destinado a una muestra mucho más pequeña y que su objetivo sería conocer estas perspectivas para luego poder llevar a cabo medidas de prevención más específicas.
Respecto a los resultados, creo que se exponen muy bien y que gracias a las tablas se pueden comprender de forma clara, y ver de un vistazo, aquellos datos que más resaltan y que son más importantes. Además, es importante la disociación que se realiza dependiendo de si el protagonista toma el rol de agresor, víctima o testigo. Y la diferencia entre las distintas manifestaciones del maltrato, para tener una conciencia mayor del alcance de cada una de ellas.
Así pues, si atendemos a los resultados que nos ofrecen los alumnos que se declaran ser víctima de maltrato, encontramos que aquellos que son más usuales suelen ser los que hacen referencia a la agresión verbal y la exclusión social. Tal vez, sea porque también son las conductas menos castigadas, es decir, pienso, que si ves a un niño pegar a otro tiendes a separarles y a mediar para ver qué ocurre o que ha pasado, pero si ves que se pone algún mote a un niño, o que se le ignora, no nos sentimos tan responsables a la hora de pararlo. Es decir, parece que si no se llega a las manos o al robo de materiales, achacamos los problemas a las relaciones que se puedan crear y lo vemos como algo normal, puesto que lo podemos comparar con nuestra vida y ver que siempre hay gente que te cae mejor que otra, y no detectamos, en realidad, la profundidad y las consecuencias que tiene.
Igualmente, si vemos a los alumnos que se declaran ser agresores y las situaciones de maltrato que realizan, observamos algo muy parecido, es decir, se obtienen mayores puntuaciones en la exclusión social y en la agresión verbal, así pues, podríamos deducir que pasa algo parecido al caso anterior, al ser la menos castigada y la más permitida, es también la que más se realiza. Tal vez, sería interesante saber qué es lo que hacen los profesores ante cada una de estas manifestaciones de maltrato, es decir, cuándo actúan, cómo lo hacen, etc.
Si atendemos al punto de vista de los que declaran haber observado estas diferentes modalidades, apreciamos una variación, y vemos como se observan unos porcentajes mucho mayores en casi todas las categorías. Aunque esto puede ser, porque muchas veces las agresiones se producen delante de un grupo de alumnos, por ello, es normal que salgan puntuaciones más altas en este apartado.
Si seguimos analizando los resultados, nos encontramos con el apartado de “El maltrato a través de las tecnologías de la información y la comunicación”, y con los resultados obtenidos que me han resultado bastante llamativos puesto que no son muy altos, aunque en los medios de comunicación parezcan el gran mal del siglo XXI, así pues, creo que lo que se produce es una gran alarma social, pero que luego en la realidad, son muy pocos los que las utilizan para estos fines, aunque si se dan, se debería hacer algo para remediarlo.
Si atendemos a las características de los y las protagonistas y circunstancias del maltrato vemos como si nos fijamos en que curso están los alumnos/as que suelen agredir, notamos como el mayor porcentaje se encuentra dentro de la misma clase que la persona agredida. Si recurro a mi experiencia personal, puedo recordar que normalmente los problemas también se encontraban dentro de la misma clase, puesto que a los que eran un año menor simplemente no les hacíamos caso y los de un curso más adelantados también se daba la misma relación, así pues, las peleas, los motes, el esconder cosas, el hacer el vacio se hacía dentro del propio curso, sobre todo con los que pasabas más tiempo, es decir los de tu clase, además me pregunto si: ¿el pasar más tiempo con los otros haces que les conozcas mejor y puedas saber qué es lo que le va a afectar? ¿Se lucha dentro del grupo clase por ser el líder? ¿Si seguimos la teoría de grupos, es más fácil señalar a alguien como el “chivo expiatorio”? ¿Formamos nuestra identidad teniendo en cuenta el rol que ocupamos en el grupo? ¿Cómo influye la práctica docente en la formación del grupo? ¿Cómo influyen las comparaciones que realizan los profesores con otros alumnos y con otras clases en el foco del maltrato?
Si atendemos a las edades se obtiene como conclusión lo siguiente: “Comparando los datos por curso, en primero de la E.S.O. se señala más al autor o autora de los malos tratos en un curso superior, mientras que en cuarto se señala más a alguien de un curso inferior, sobre todo en los casos de agresiones verbales” a partir de aquí, me planteo ¿podríamos decir que los cursos más conflictivos respecto a este tema son segundo y tercero de la E.S.O.? ¿Los más mayores son insultados por los de curso inferiores, porque estos últimos no tienen otra forma de meterse o hacerles daño?¿Puede influir que los de cuarto tengan un desarrollo moral e intelectual mayor que los más pequeños y no le den importancia a estas acciones, y por ello, estos se “crezcan” más?
Otros datos que se reflejan en este apartado y que me parecen interesantes son aquellos que dicen que “tres cuartas partes de las y los estudiantes de la E.S.O. están satisfechos con sus relaciones con los iguales”, puesto que ¿Qué pasa entonces con ese cuarto de alumnos que no se encuentran bien entre sus compañeros? ¿Se hace algo para impedirlo? ¿Se lleva a cabo alguna acción educativa para prevenirlo? ¿Qué consecuencias tiene esto para los alumnos que se encuentran más aislados? Y otro de los datos, es que “alrededor del cincuenta por ciento del alumnado reconoce que ve agresiones de las y los estudiantes dirigidas al profesorado y viceversa” siendo una proporción bastante alta, además me llama la atención la expresión de “y viceversa” puesto que si son los mismos profesores los que también realizan estas actuaciones ¿qué modelo se le está ofreciendo a los alumnos? ¿Cómo vamos a prohibir algo que luego se realiza por los docentes?
Respecto al lugar donde suele producirse el maltrato, me ha llamado mucho la atención que uno de los escenarios más elegidos sea el aula, puesto que es dónde parece que hay más control, y aunque no haya un profesor en ella, parece que el tiempo que se da entre una asignatura y otra es demasiado escaso para que se produzcan estas conductas. Además rompe la idea que tenía la cual se focalizaba más en los pasillos o en el patio, puesto que es donde se pueden formar más los grupos, verse más apoyados y atacar a aquellos que se encuentran más desvalidos. Así como fuera del centro, puesto que me acuerdo que cuando estaba en el colegio había mucha gente que decía: “Bueno me voy porque me han dicho que van a pegar a Antonio (por ejemplo) en el parque de aquí cerca”, y eso se escuchaba muchas veces. Aunque las medidas han cambiado actualmente, puesto que en muchas ocasiones, se puede encontrar a la policía en la puerta de los institutos y un mayor control en los alrededores.
Asimismo, si observamos la tabla de a las personas a quiénes se les cuenta lo que está ocurriendo, vemos como lo que más destaca es a sus amigos, y luego a la familia. Esto me parece importante, porque refleja el gran apoyo que muestran los iguales ante situaciones de este tipo, y como se ha de sentir ese cuarto de los alumnos que hablábamos antes y que tenían escasas relaciones de amistad dentro del centro educativo, así pues, ¿A quién recurren? ¿Cómo pueden salir de la situación? ¿Se lo deben de decir a los profesores? En mi opinión, creo que muchas veces el decir algo a los docentes no se contempla porque puede influir de una forma más notable en cómo los demás van a reaccionar con él. Es decir, si se le dice al profesor, este deberá saber muy bien cómo actuar, puesto que en caso contrario, tal vez, focalice más el maltrato en ese determinado alumno, ya que los grupos se crean su propia cultura, tienen sus propias normas dentro de él, y tal vez, una de ellas sea la de aguantar el papel que te asignan, y si lo rompes parece que puedes verte involucrado en algo que va a ser perjudicial.
Esto podría estar relacionado también con la actuación de los testigos, es decir, en el gráfico se ve como la mayoría de ellos no hacen nada ante estos hechos, y que una proporción les llega a animar, es decir ¿Sienten miedo los testigos a protestar o a decirle a alguien lo que ocurre por si se lo hacen a él? Aquellos que animan ¿Lo hacen para sentirse aceptados por el agresor porque piensan que si no pueden ser víctimas de su maltrato? ¿O por qué en realidad se divierten y participan de ello de esa forma, porque no se atreven a realizarlo ellos mismos, o porque son más conscientes de las consecuencias que pueden tener esas acciones?
De la misma manera me llama la atención la conclusión que se extrae de los datos que dice que “quienes reciben amenazas con armas son quienes menos lo cuentan”, puesto que me parece algo muy serio para que se pueda mantener oculto, y no entiendo tampoco la razón de este ocultamiento, pues que ¿no es consciente el adolescente de las consecuencias? ¿Volvemos al tema del miedo a que te hagan algo peor? o que, de verdad, ¿se cumplan las amenazas? ¿Cómo se siente la víctima para poder guardar silencio y no buscar ayuda?
También es importante señalar la percepción o lo que dicen los alumnos acerca de que “menos de un tercio de las y los estudiantes señalan que el profesorado interviene, o castiga a quienes maltratan a un compañero o compañera”, es decir, es una proporción muy pequeña, por lo tanto, si ellos lo perciben así pueden pensar que ¿para qué van a recurrir a ellos si en la mayoría de los casos se muestran pasivos o no hacen nada para evitar la situación?¿En qué situación deja esto a los alumnos que son víctimas de maltrato?
Si atendemos ahora al apartado de resultados que se centra en las respuestas de los profesores, vemos como se obtienen algunas conclusiones que dejan ver como las agresiones entre el alumnado no son consideradas como uno de los principales problemas de los centros según el jefe de estudios, aunque sí que se considera que estos conflictos han aumentado en los tres últimos años, y que suelen enterarse, aunque hay algunos que les resultan desconocidos. Así pues, en mi opinión pueden reconocerse más porque queda más delimitado e identificamos acciones que antes las considerábamos como “cosas normales entre niños” como relaciones negativas que hacen daño a las personas involucradas, y por ello, puede verse como ha ido incrementándose a lo largo de los años. Aunque me llama la atención que este tema no sea una de las preocupaciones más importantes para el buen funcionamiento del centro, puesto que esto influye en el clima escolar, y este influye directamente en las relaciones entre los diferentes agentes educativos, en la enseñanza, en el aprendizaje, en la colaboración que se cree, etc.
De igual forma me parece significativo el apartado que habla sobre “las causas a las que atribuyen los jefes de estudios el hecho de que un alumno o alumna se convierta en víctima”, puesto que se hace referencia a diferentes factores como puede ser: características de la personalidad del alumno, la falta de amigos, características físicas, búsqueda de popularidad,…, es decir, un montón de variables que se centran la mayoría en el individuo, y en mi opinión si realizamos esto ¿Le queda alguna salida a ese alumno- víctima que tiene esas características? ¿Puede hacer algo el docente? ¿Está el alumno condenado a ser víctima de agresiones constantes por sus características de personalidad? E igualmente pasa con el agresor, ¿por tener problemas familiares es un agresor en potencia? Es decir, por ejemplo en este último caso que se refiere al agresor, la mayoría de las causas están centradas en el individuo o en el contexto familiar, pero hay muy pocas que se refieran a la escuela, apareciendo tan sólo “tipo de organización y clima escolar” con un 39´3 %, por lo tanto, ¿No estaremos justificando su comportamientos con causas externas? ¿Estamos diciendo que la culpa no es nuestra y que sólo tiene que ver lo que esta fuera? No me refiero con esto, a que el centro, su organización y el clima que se crea sea el único elemento que provoque este maltrato, pero sí que opino que se debe partir de un modelo sistémico, donde tanto individuo, contexto familiar, contexto escolar, etc. se tengan en cuenta como posibles causantes. Ya que, de esta forma, al no atribuir todos los conflictos a variables externas, podremos hacer algo por lograr un cambio.
Otro aspecto de reflexión sería cómo responden los docentes hacía las diferentes modalidades de maltrato, puesto que señalan que si no es muy grave utilizan el diálogo con los estudiantes, tanto a solas como en grupo, pero si aumenta la gravedad se lleva a cabo el uso de sanciones y partes. Aquí me parece interesante saber si a la vez que utilizan estas medidas más punitivas también se lleva a cabo un diálogo. Ya que a veces, el mandar este tipo de sanciones se vuelve como algo continuo, y nos olvidamos de lo que puede haber detrás. Así pues, algunos alumnos que son incluso víctimas reciben sanciones porque no se han podido explicar o el profesor no es consciente de porque ha actuado de una forma u otra. Por ejemplo: recuerdo que mi primo cuando estaba más o menos en tercero de primaria le pusieron una notificación por dar una patada a un niño en el recreo. No le preguntaron nada, no sabían los motivos, y el acabo trayéndola a casa para que la firmara su madre. En cambio, lo que los profesores pasaron por alto, es que ese compañero al que le dio la patada llevaba desde primero de primaria riéndose y metiéndose con él, llamándole “empanao” y ese día además, cuando subían por las escaleras le había empujado para mofarse cuando cayera al suelo. Así pues, creo que antes de mandar cualquier tipo de sanción es importante hablar con las partes implicadas, y comprender un poco más allá del acto que hemos podido ver.
Otro punto que sigue dentro del informe es la comparación con el anterior informe (1999) y las conclusiones, y como resultados más destacados se exponen que: en la mayoría de los casos ha disminuido, tanto desde la perspectiva de las víctimas, como de los agresores, excepto desde el punto de vista de los y las testigos que se mantiene más o menos igual. Del mismo modo, encontramos que los resultados de los profesores también se han mantenido en sus respuestas, sin embargo como puntos destacables se menciona que:
- Hay un cambio en las posibles causas que se achacan al maltrato, ya que en la actualidad están más relacionadas con las diferencias culturales, sociales y religiosas.
- La mayor frecuencia con la que llevan determinadas medidas ante situaciones de maltrato.
También se menciona que “las políticas preventivas y las líneas de intervención que se han seguido, logran ciertos resultados parciales, siempre bienvenidos, pero claramente insuficientes en la medida en que sólo alivian pero en absoluto resuelven el problema”.
Estos dos puntos me sorprendieron muchísimo, porque hasta el momento en que se comentó en clase que, en realidad, el maltrato estaba disminuyendo, yo creía exactamente lo contrario, que iba en aumento. Y es que, si a lo mejor no estás en un centro y lo ves día a día y sólo escuchas las noticias que dan los medios de comunicación, que repiten continuamente las imágenes donde aparecen niños pegándose, o pegando a un profesor, parece que el fenómeno es mucho mayor, y cuando lees estas conclusiones chocan directamente con tus creencias.
También pienso, que el que se haya cambiado el foco de atención de los profesores, el que hayan hecho un cambio de atribución del alumno a lo más social, es igualmente bastante beneficioso, puesto que de esta forma, como he dicho anteriormente, se encontrarán posibles caminos de actuación, y será mayor la responsabilidad que se tenga hacía cada uno de los y las alumnas. Así esto estaría unido directamente al otro dato que se aporta de una mayor frecuencia de las medidas que se llevan a cabo ante estas situaciones de maltrato.
Finalmente, uno de los apartados que me han resultado más interesantes ha sido el de recomendaciones, puesto que considero que las investigaciones tienen que servir para saber más de un tema, pero también, para mejorar. Así pues, me parece principal que se ofrezcan ciertas directrices que se puedan seguir, puesto que como se ha comprobado aquellas que se dieron en el estudio anterior, junto a otros factores, han hecho que disminuya la incidencia del maltrato. Igualmente se resaltan aquellas medidas que se vienen tomando y que son insuficientes, como por ejemplo, la ayuda que reciben las víctimas de las conductas violentas.
De todas las que se proponen considero que son de interés todas las que se relacionen con la prevención, pero también las que están dirigidas a las habilidades sociales, a la resolución de conflictos, y también las que se centran en informar de los resultados que se obtienen en otros estudios. Ya que pienso que en la actualidad, no solamente los jóvenes, sino también las personas adultas, tenemos menos habilidades sociales porque cada vez vivimos más de forma individual, y aunque tengamos contacto con los demás, no llegamos a desarrollar una cierta empatía o asertividad. Además, me parece primordial informar de los resultados, para no crear una alarma social y para conocer otros tipos de prácticas que se llevan a cabo, otras técnicas, etc. que pueden servir en otros centros educativos para paliar este problema.
En conclusión, creo que este informe es bastante interesante porque me ha ayudado a entender un poco más este fenómeno, además ha roto con ideas previas que tenía y pienso que ofrece una información relevante para romper falsos mitos y para formarnos una idea de la situación actual que se vive en nuestro país relacionada con este tema.
BIBLIOGRAFÍA
ü DEFENSOR DEL PUEBLO- UNICEF (2007) Violencia escolar: el maltrato entre iguales en la ESO 1999- 2006. Nuevo estudio y actualización del Informe 2000. Elaborado por C. del Barrio, M.A. Espinosa, E. Martín, E. Ochaíta, I. Montero, H. Gutiérrez, A. Barrios y M.J. de Dios. Madrid: publicaciones de la Oficina del Defensor del Pueblo.
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