Blogia
EL RINCÓN DE MIS PENSAMIENTOS

General

DISTANCIAS. A VECES INTANGIBLES PERO EXISTENTES

DISTANCIAS. A VECES INTANGIBLES PERO EXISTENTES Hay en ocasiones en los que la distancia generacional forma grandes muros entre personas de diferentes mentalidades. Parece que en la actualidad, se puede hablar de todo, podemos decir cualquier cosa, la libertad de expresión se repite decenas de veces por los medios y por los miembros de la sociedad, pero ¿Cuándo esa libertad no es más que una máscara para cubrir que todos vamos en un mismo barco?

La postmodernidad, esa época en la que parece que ya no hay frenos, dirigimos nuestra travesía con las nuevas tecnologías que nos dictan dónde y cómo ir, con la democracia que forma diferentes olas poniendo a veces impedimentos para poder avanzar, con la libertad por bandera, y el viento que empuja a nuestro favor. Pero, ¿dónde vamos? ¿Nos situamos todos en la cubierta? ¿Quién maneja el timón? En mi opinión, hay personas que se sitúan más abajo, son los que de verdad llevan los remos, la fuerza motor, pero muchas veces separados por varios pisos.

En conclusión ¿somos los jóvenes los que vemos el futuro, y las personas más mayores las que hacen que se pueda ver? ¿Llegará el momento del hundimiento?

PD: La idea inicial era hablar sobre lo difícil que es hablar a veces de sexo con una madre, pero bueno, supongo que haré otra bitácora para poder explicarlo, porque esta ha perdido las coordenadas.

UNA MIRADA DIFERENTE

UNA MIRADA DIFERENTE He acabado acostumbrándome a que todo me sobrepase. A ver las cosas desde un punto de vista diferente al resto. A veces pienso que todo el mundo es gigante, que me pierdo, que nunca podré llegar a verlo entero porque hay barreras que se cruzan cortándome el paso. Parece que me paso el día vagando entre los caminos de las personas, que juego a esquivar los pasos de aquellos que andan decididos a mí alrededor. Pero todo esto ya no me preocupa, porque ahora sé que puedo caminar más lentamente, puede costarme mucho levantar lo que a otros le sería muy fácil, pero en cambio soy tenaz, y muchos se sorprenderían de todo lo que soy capaz de hacer. He descubierto que tengo ciertas limitaciones, y soy realista, tal vez, sea esa la ventaja que les llevo.

Firmado:
La Hormiga Realista.

CONTRATAQUE AL ABUELO

CONTRATAQUE AL ABUELO

Siempre escuchaba decir a su abuelo “Qué asco de vida, tantas guerras, enfermedades, hambre, accidentes…, esto no es vivir es mal vivir”, ella en silencio se embutía en sus pensamientos y pensaba justamente lo contrario. Se recordaba que era una gran afortunada porque los días de sol podía salir a su balcón a leer simplemente el periódico, porque podía observar los pájaros mientras iba sentada en el autobús en dirección al trabajo, porque escuchaba el ruido tan raro que hacían las cigüeñas y porque podía sentarse en un banco a ver a la gente pasar. Sin ningún tipo de preocupación. Claro que a su alrededor ocurrían cosas malas y ella las contemplaba, pero había cientos de cosas maravillosas que parecía que la gente no las apreciaba. ¿Mal vivir? No abuelo, esto es vivir, disfrutar de la vida, porque la muerte, llegué cuando llegué, solo habrá que darle la bienvenida, puesto que me habrá dado tiempo a decir adiós a las pequeñas cosas que me rodean.

MOMENTOS INOLVIDABLES

MOMENTOS INOLVIDABLES

Sentada en la cama. No tenía ganas. Estaba cansada de llevar siempre la misma rutina, veía como mi pareja cada vez se volvía más gris, más como el resto de la gente. Ya no veía esa aura, el algo especial que un día me llevo hasta él. Y recordé entonces la frase de una película de Audrey que decía algo como que, las parejas son las únicas que pueden estar sentadas al lado y en cambio no decir nada.

 

Rememoro la noche anterior, la hora del desayuno de hace dos días, la semana pasada, y me doy cuenta de que nuestros diálogos siguen un mero patrón. Primero era un qué tal el día, en el que cada uno, relatamos una serie de sucesos que nos habían ocurrido para más tarde decir ¿y tú? Al principio pensaba que con eso valía, no era necesario conocer todos los detalles de lo que había hecho o había pasado. Pero después me di cuenta de que quería más. Quería risas, momentos inolvidables, aquellos en los que todavía me encerraba para descubrir cuanto le quería. Momentos en los que cerraba los ojos y los tenía presentes: cenando en Paris, andando por las calles de Venecia, ese picnic en el campo, la cena a la luz de las velas que preparó para darme una sorpresa el día que me despidieron… todos y cada uno de ellos habían pasado hace dos o tres años, la verdad me era difícil concretarlo, pero cada uno estaba gravado en mi memoria de una forma impenetrable.

 

Tal vez, siempre pase esto en una pareja, pero ¿y yo? ¿Lo voy a dejar pasar? ¿Me voy a conformar? Cada vez veo una distancia mayor entre los dos, noto como nos vamos alejando, como ya no le importo como antes. Hace meses que no recibo un mensaje diciéndome que me quiere, hace mucho tiempo no me propone ningún plan divertido que podamos compartir, hace años que no tengo momentos inolvidables, pero ¿a caso me valen los que tengo para poder aguantar algo más a su lado? Ya no sé si le quiero, o es la fatal rutina la que me empuja a estar ahí, a dormir con él cada noche, a compartir un piso  con una persona que no conozco, pero que reconozco sus costumbres en cada una de las esquinas.

 

“Lánzate” me digo, “no tengas miedo”. Y entonces, sin pensármelo dos veces, lleno la maleta con algo de ropa, cojo mi cepillo de dientes, y pienso que lo que dejo allí no me pertenece, o por lo menos, no ahora. No quiero rastros de lo que fue, porque solo me gustaría que siguiera siendo. Así que, cierro la puerta y le dejo la llave en el buzón. Ya no es mi casa, ya no es mi pareja, ya no es mi acompañante en este transcurrir.

 

El frio toca mi cara cuando salgo a la calle. Una lágrima recorre mi mejilla. Comienza mi viaje hacía momentos inolvidables.

ENTRE LA LUZ Y LAS SOMBRAS

ENTRE LA LUZ Y LAS SOMBRAS

Aquella noche todo parecía igual que las anteriores. La casa estaba en silencio y la única luz que existía en aquella habitación era la que se desprendía de una vela olor canela. No sabía muy bien por qué, pero siempre le había gustado refugiarse en esa luz tenue cuando caía la noche. Parecía como si todo lo malo no pudiera llegar hasta ella, como si todas las cosas terribles que veía a través de la televisión cuando observaba las noticias, no pudieran alcanzarla porque simplemente, estaba demasiado oscuro para dar con su pequeño rincón. Sin embargo, ella, nunca se perdería, porque conocía cada distancia, cada esquina, cada mueble…

 

Pero a pesar de toda esta cotidianidad, ese día le faltaba algo, echaba de menos a la persona con la que había compartido cada momento durante aquellos días de vacaciones. Es cierto, que cuando comenzó a aparecer por su casa, la espera a que llamara al timbre se le hacía eterna, y que cuando llegaba tenía que abrir su pequeña casita de papel a sus costumbres, a sus horarios, y sobre todo a sus marchas. Eso era lo más duro, decirle “hasta luego” cada vez que se marchaba por la mañana y volver a la rutina durante el día, aunque siempre le quedaba la esperanza de que al caer la noche el volvería a su lado.

 

Ahora, ya era de noche, y él no estaba allí, tampoco le esperaba, ni anhelaba a que en cualquier momento el timbre sonase, porque sabía que era imposible. Solo le quedaba esconderse en su luz, taparse con la manta y echarle de menos, porque en realidad, eso era lo que hacía cada vez que no estaba a su lado, echarle de menos, pensar en él, leer el libro que tan insistentemente le había recomendado e intentarle buscar en aquellos personajes ficticios que cobraban vida detrás de su rostro. Porque ella creía que si un libro te gusta es porque dentro de él, hay algo tuyo: una esperanza, un deseo, una aspiración, alguien que te hubiera gustado ser…y eso era lo que hacía, intentar escudriñar que era lo que a él le podría haber gustado, adivinar que sentía él cada vez que leía aquellos capítulos.

 

De esa forma, que a los demás le puede resultar tan tonta, ella se sentía que estaba a su lado, compartiendo aquellas aventuras que narraba Arya o Jon, pensando que hubiera dicho él cuando descubrió de quien era el verdadero hijo de la reina, o viendo al enano lo ingenioso que era y cómo siempre conseguía, a través de su intelecto, salir ileso de cada apuro.

 

No iba a venir. Esa noche dormiría sola entre sus sabanas, pero sin duda, sabía muy bien a quién iba a añorar siempre en ese pequeño rinconcito de sí en el que siempre le aguardaba a él.

UN BOCETO DE TÍ

UN BOCETO DE TÍ

Tumbarme sobre ti, con la cara apoyada en tu pecho y escuchar tu corazón. Notando el ritmo que marcas, percibiendo como va ralentizándose a medida que vas cerrando tus ojos. Notar cuando suspiras, cuando bostezas, cuando tus brazos me rodean y dejar que me invadan todas las sensaciones que acuden a mí.

 

Noto tu piel, tu calor, cada uno de tus movimientos, como algo efímero que no puedo dejar escapar, y quiero mantenerlo en mi recuerdo para cuando te hayas marchado, poder tenerlo como consuelo.

 

Pero no sirven, son vanos intentos por intentar recrearte, aunque mire tu foto una y otra vez, no se parece en nada a la imagen que ha creado mi cerebro. No eres un simple retrato que sonríe en un papel, eres tú, lo que te hace ser tan especial.

 

El otro día me preguntaste “¿Qué piensas?”, y te dije “En nada”, pero en realidad, estaba pensando en esto, es describirte, si algún día alguien me pidiera que le dijera que es lo que me gusta de ti ¿qué le diría?, comencé por describirte por cualidades, adjetivos que irían saliendo de mi boca sin encontrar la más mínima dificultad: es generoso, positivo, amable, alegre, leal, honesto, cariñoso, afable,…,

 

Luego pensé que también diría cualidades físicas o rasgos que me llaman la atención: tiene una boca  preciosa, siempre tiene una sonrisa en su cara. Tiene unos ojos que parecen tristes porque están como caídos, en cambio,  nunca dirías que le pasa nada, porque siempre tiene esa chispa y esa mirada juguetona que le acompaña. Tiene una espalda ancha que cuando te abraza parece recogerte en una especia de cueva, en la cual te podrías esconder y refugiarte siempre, tanto que a veces, te da tanta pereza salir que te quedarías allí el resto de tu vida. Es muy fuerte, casi como un super héroe, siempre te abriría los botes que se te resistieran sin el más mínimo esfuerzo, parece que vuelas cuando te coge y te da una vuelta por los aires.

 

Y más tarde,…, sus pequeños o grandes detalles. No te regalaría cosas sin venir a cuento todos los días, pero siempre tiene esa palabra justa, que deja escapar en el momento que la necesitas. O ese beso que rompe con tu mal día. Esa mirada implacable haciéndose el enfadado cuando te escucha decir algo que no le gusta, y que por mucho que lo intenta no aguanta con ella mucho tiempo. Las vueltas que tiene para dar a un tema, con el solo fin de discutir por el placer de discutir, y como al final comienza a reírse dándote la razón. Como puede ser el más perezoso de todos los hombres del planeta y como de repente reúne todas las fuerzas para ponerse en marcha, para que al final, la que parece perezosa, seas tú. Las historias que cuenta sobre temas que aunque parezcan no tener relevancia para ti, acaban siendo apasionantes por toda la emoción que pone. La seguridad que muestra siempre en contrapartida con las dudas que tiene cada vez que se le presenta ante él varios personajes. Como siempre está dispuesto a hacer cosas por ti sin pedir nada a cambio, creo que no he conocido nunca a nadie tan poco egoísta como él. El amor tan grande que guarda a cada miembro de su familia. La carilla que pone cuando sabe que te encuentras mal y está dándole vueltas para hacer que esa situación cambie…

 

Con adjetivos, con rasgos físicos, con detalles y actitudes que tienes ante la vida, no consigo describirte, no podría decir que es lo que hace que seas tan especial, porque muchas veces estas pequeñas cosas son las que te hacen ser tú.

 

Es tan difícil decir que es lo que me gusta de ti, porque no consigo verte entre estas palabras, solamente hago un boceto bastante alejado y pobre de ciertos comportamientos que tienes. Así que, prefiero quedarme como siempre, con mi cara en tu pecho mientras escucho tu corazón, porque en ese momento te escucho a ti, a tu piel, a tu olor, a la calma, a tus manos rozándome, el ritmo de tu respiración, tu voz susurrándome palabras, tu…

 

PD: siempre cuando intento escribir de ti, es cuando me siento más torpe y noto que las palabras no salen de mis dedos, no escribo, me quedo mirando por la ventana en un barullo de sentimientos, recuerdos e imágenes, así perdona por este intento de describirte…

LA IMPERFECCIÓN DE LA PERFECCIÓN

Aquel era mi mundo. Un mundo donde los sentimientos eran artificiales, todo estaba plagado de movimientos lentos y las palabras siempre eran cordiales y educadas. Cualquiera podría haber pensado que era un lugar ideal, nunca había ningún problema, todo era perfecto. Y para mí, aquello era la mayor imperfección. Nunca podía enfadarme, y si lo hacía nadie podía pensar que estaba loco, porque no estaban preparados para ello, solo recibía palabras que me decían “Lo siendo señor, si os hemos molestado. No volverá a ocurrir. Muchas gracias por su sugerencia”. ¿Mi sugerencia? ¿Había hecho alguna? No recordaba nada, cualquier cosa que imaginaba, cualquier cosa que esperaba, aparecía al día siguiente como por arte de magia.

No luchaba, no tenía sueños, ¿aspiraciones? Una simple ilusión. Recuerdo que un día vi una película en el cine “El show de Truman” me pareció algo fantástica, ¿cómo una persona no iba a ser consciente de que vivía en una serie de televisión? Y ahora era yo, el que al cabo de los años se daba cuenta de que había vivido todo una vida en un sitio que no le correspondía, no era su lugar, el no era perfecto y odiaba el que todo a su alrededor careciera de errores. Suplicaba porque alguien se sintiera como yo, que pudiera amar, que pudiera odiar, que no fuera una simple maquinaba que jugaba a recrear expresiones.

Busqué por todos los rincones, y en cada uno de ellos me encontraba siempre con alguien que se me acercaba y me preguntaba “¿Desea algo señor? ¿Le puedo ayudar?” no, no quiero ayudas, quiero gritar, quiero que alguien me diga que me vaya, que no me atienda, quiero que alguien se cuele cuando voy a comprar el pan, quiero ir a la parada del autobús y que alguien me hable simplemente porque se aburre y me moleste cuando intento leer el final de un libro, quiero tantas cosas que no me podéis dar…

Mis conversaciones siempre terminaban con reproches que me hacía a mi persona, soy una inconformista sin remedio, nunca me gusta nada, siempre quiero salirme con la mía, aunque todo sea perfecto busco la imperfección, y entonces al pensar en ello me di cuenta, ¿Acaso no era el mundo más imperfecto que existía? ¿Por qué me quejaba de su perfección si nunca para mí, esas situaciones que vivía diariamente, podrían ser perfectas? ¿No sería que el que estaba empeñado en alcanzar ese ideal era yo? Así pues, la pieza que no encajaba era yo mismo, porque aspiraba la perfección en un mundo imperfecto, y ¿no es lo que pasa siempre en la vida real?

EDRA

Aquel día me levanté sin saber nada de mí, de quién era, de mi pasado. Me encontraba sola entre una espeso bosque, con una gran luna llena en lo alto que me alumbraba y me hacía entrever lo tétrico de aquel escenario. Me puse en pie y comencé a caminar. No tenía rumbo, no tenía ni idea de donde estaba y a donde me dirigía, pero sabía que no podía quedarme tumbada en aquel manto de hojas durante mucho tiempo.

 

Poco a poco fue amaneciendo y encontré un arrollo, me dispuse a lavarme la cara y a intentar refrescarme. Cuando me acerqué vi mi cara reflejada en sus aguas, pero no sabía muy bien a quien correspondía. Tenía los cabellos de un color negro azulado bastante oscuro, y los ojos de un azul muy claro, y la cara llena de tierra. Tenía pequeñas heridas a lo largo de mi brazo e intente lavármelas lo mejor que pude. Una vez que hice todo esto, intente buscar algo de desayuno, puesto que comenzaba a sentir cierta fragilidad y mucha hambre.

 

En mi camino solamente encontré algún que otro árbol que daba una especie de frutos bastante raros con un sabor muy amargo, sin embargo cuando la necesidad aprieta…, cualquier cosa es bien recibida. De esta forma, llegue a un pequeño pueblo, de casas de madera y suelo de piedra. Decidí entonces, comprar algo para poder alimentarme, algo de ropa, algunas gasas para cubrirme las heridas e impedir que se me infectarán, etc. pero no tenía dinero y parecía que nadie estaba por la labor de hacer un poco de caridad. Así pues, tome la decisión de robar todo lo que necesitaba en una pequeña tienda que se encontraba cerca de la plaza mayor del pueblo.

 

El tendero era un señor bastante corpulento, con un largo bigote y con cara de muy pocos amigos, pero se le notaba bastante estúpido y no creí que me fuera a pillar extrayendo algunos de sus productos. Lentamente, fui cogiendo todo lo que necesitaba sin que se diera cuenta, me sorprendí por mi gran agilidad y por mi rapidez y soltura a la hora de guardar todo lo que necesitaba en una pequeña bandolera que llevaba a mi lado derecho.

 

Para disimular un poco, le hice alguna pregunta sobre algunas cosas de las que me había cerciorado previamente que no tenía. Así pues, puse una expresión en mi cara de “¡Oh!, que pena…con lo mucho que lo necesitaba…” y despidiéndome de él, me largué de allí de forma tranquila, sin crear la menor sospecha del primer delito que había cometido desde que tenía memoria.

 

Caminando por el pueblo, les pregunté a las gentes que deambulaban de un lado a otro, si conocían algún pueblo cercano, si me habían visto alguna vez, o si echaban a alguien de menos en el lugar, que pudiera coincidir conmigo. Sin embargo, a nadie le parecía importar mucho una muchacha perdida, y nadie me reconocía. Me sentía como un fantasma, una persona que ha dejado de existir y que suplica a los demás que le den una identidad, porque en aquellos momentos me daba igual ser una panadera, una lavandera o incluso una prostituta, porque si fuera algo de esto sabría quien soy y podría cambiar las cosas, pero de esta forma, no existía para nadie.

 

Invisible ¿Cuántas veces hemos deseado ser invisibles en alguna ocasión para que nadie se enterara de lo que hacíamos? Ahora yo tenía este don, esta ventaja, aunque denegaba de ella y rezaba porque algún día alguien me dijera: “¡Ey, espera! Te conozco eres la hija de la señora María, ¿qué tal te va?”. Pero por el contrario esto nunca sucedía, las únicas noticias que pude obtener relacionadas con mi pasado es que debía de proceder de Kanon, la capital de Moth, porque allí es donde solían nacer todos los de mi raza.  Yo era de etnia gitana y eso parecía que a la gente le repudiaba, así que me trataban con desprecio y jugaban conmigo al juego del escondite, según iba andando sentía como los demás se apartaban, estaban muy ocupados para poder atender a mis preguntas, justo en ese momento cerraban sus puestos, etc.

 

¿Creían que me iban a insultar con su exclusión? ¿Qué me iba a sentir mal ante estas reacciones? Pues la verdad, es que sí. Me hervía la sangre cada vez que recibía un insulto, una mirada de desdén. Yo sólo intentaba acercarme a la gente para pedir ayuda, y ellos me la denegaban de la forma más cruel que existía.

 

Finalmente tome una decisión, si no me daban la información que pedía educadamente recibirían mi  gran aportación para ayudarles y que no me vieran más, puesto que les mataría. Total, ya me daba igual todo. Era, como he dicho anteriormente, invisible.

 

Todavía recuerdo mi primer asesinato, era una vieja muy estirada, a la que parecía que el llevar la ropa limpia y un gran moño encima de la cabeza era su gran preocupación. ¿Hablar conmigo? “Por favor, yo no me rebajaría a hablar con alguien como tú en la vida, pequeña desgraciada” me había contestado ante mi petición de si me podía ayudar. En realidad, creo que esa mujer se merecía ser más invisible que yo.

 

A lo largo de los años, descubrí algunos datos, como que mi familia eran nómadas y que posiblemente ya no vivieran cerca de aquel bosque donde un día desperté, o que tenía tres hermanos y dos hermanas, un bonito perro y vivíamos en pequeñas tiendas que íbamos construyendo. Aunque todos los datos, carecían de cierta fiabilidad, puesto que muchas cosas que me contaban los aldeanos y las aldeanas, eran porque estaban bajo amenaza de muerte y tenían que decir algo sino querían que acabará con su vida en esos instantes.

 

Una leyenda muy curiosa que descubrí, es que cerca de aquellos lugares, existía una ciudad muy antigua llamada Graven, y todos los que habían llegado hasta ella y conseguido escapar no recordaban nunca el lugar donde se encontraban… ¿Y si yo hubiera estado allí? ¿Y si mi memoria, por un error, hubiera borrado más de la cuenta?

 

Todavía tengo mucho que descubrir, aunque por ahora, la vida que estoy creando es de una asesina gitana, a la que la gente desprecia, porque piensa que mi única meta es robarles todo lo que poseen, y la verdad, es que llegados a este punto, no es una idea tan descabellada.